La fila comenzó temprano en el Teatro Sánchez Aguilar. El ingreso fue ordenado, se colocaron las pulseras de ingreso, carteles en alto y un ambiente de expectativa distinto. Apenas cruzada la puerta, un puesto de bubble tea daba la bienvenida y confirmaba algo que muchos kainers no esperaban y es que la comida era gratuita. Rollos de primavera, galletas de la suerte, mochis, sándwiches japoneses y banderillas coreanas completaban la oferta.