A pesar del mensaje que los artistas dominicanos y boricuas le han dado al término rulay, lo que más llama la atención de la melodía ecuatoriana es que se la ha asociado supuestamente con la banda criminal de Los Tiguerones. De hecho, una parte en el coro canta “andamo rulay, andamo rulay, 100 por ciento con los tiguero’”. En estos versos también se menciona el uso de las pistolas semiautomáticas Glock, mientras los intérpretes hacen la señal del arma con las manos.Como músico, el psicólogo clínico José Luis Freire opina que los artistas siempre van a hablar desde su realidad. “No tienen un deber moral con la sociedad de crear canciones educativas o cívicas, en tanto que se trata, esencialmente, de un ser humano expresando sus emociones y pensamientos, más allá de si estos son aprobados o no por el resto de la sociedad”.Para Freire, la posible influencia de este tipo de música debe ser juzgada a partir del relativismo cultural, un término que en sociología se refiere a la idea de que para entender una cultura (o contracultura en este caso), es necesario verla con objetividad. Eso implica ponerse en los zapatos de los intérpretes. “Esta canción habla de lo que esos dos hombres están viviendo en su realidad. Nos permite ver lo grave de la situación y hasta qué punto se ha arraigado en nuestra sociedad la delincuencia, la violencia y el narcotráfico... La situación que vivimos hoy es solo la fiebre de una sociedad intrínsecamente corrupta”.El cantante y compositor aprovecha esta coyuntura para recordar que, a su criterio, “la música no forja a la cultura, sino la cultura es la que forja a la música. Este video sí tiene, evidentemente, el fin de glorificar la vida de pertenecer a una GDO (grupo delincuencial organizado), como en este caso Los Tiguerones... Gran parte del hip-hop y del reguetón hablan del uso de armas, pandillas y violencia, porque es lo que hay alrededor de quién compone esa canción. Esto no implica que todo joven que escuche esa letra se va a convertir mágicamente en pandillero. Esa educación corresponde a la familia en corresponsabilidad con el estado, el cual ha fallado gravemente en salud y educación”. sostiene.En contraste, la socióloga Jenniffer Díaz sí considera que existe una influencia de estas melodías “a gran escala”.A su parecer, Díaz observa que los compositores de este tipo de música “tratan de instaurar subjetivamente la facilidad de acceder a las armas y el control que pueden tener al poseer dicho objeto, dentro la normalización de la violencia se crea imaginarios sociales del poder”, destacando que aparentemente la finalidad de la banda, a la cual pertenece la canción, es crear reconocimiento, temor y atraer a las juventudes.“Va dirigido a un público en específico, nuestros niños, jóvenes y adolescentes. Ya que se encuentran en una etapa de formación y desarrollo constante, algunos no tienen la capacidad todavía de discernir respecto a los mensajes emitidos en lo que escuchan o ven. Esto hace una normalización o, en ciertos casos, una romantización de la violencia y del crimen organizado, generando así conductas que atenten contra el buen vivir de la sociedad”.Por ese motivo, Díaz reflexiona que el tema debería generar preocupación por parte de la ciudadanía que circulen estas melodías desde distintas plataformas. “Influye indirectamente a reproducir prácticas concretas de violencia, la temática central de sus canciones tiene que ver con cuestiones de ilegalidad de alguna u otra manera a identificar los valores con los cuales deberían actuar en sociedad”. (I)","isAccessibleForFree":true}
Rulay es un término urbano, procedente de República Dominicana, que significa “pasarlo bien”, “sentirse bien” o “sentirse relajado o chillin’”, se explica en un post del canal de YouTube Dimeloo TV, dedicado a todas las incidencias o novedades de este género.
“Uno de los aspectos más inquietantes es la amenaza que representa para la privacidad de las comunicaciones y la protección de las fuentes periodísticas”, dice.