Jhon Dylan tenía 19 años cuando decidió irse al otro lado del mundo. Dejó su universidad, su círculo de amigos y un equipo de trabajo que ya había formado en Ecuador. En ese momento no lo movía una estrategia, sino la curiosidad de conocer cómo funcionaba una de las industrias musicales más exigentes del planeta. “Quería ver qué había al otro lado del mundo”, dice.

Viajó a Corea del Sur en busca de nuevas herramientas y se instaló en casa de su tía, a quien describe como una segunda madre. Ella lo ayudó a adaptarse, lo llevó a conocer a otros ecuatorianos y lo animó a presentarse en eventos culturales. “Mi tía no sabía nada del medio, pero me apoyaba. Me decía: ‘Mira Dylan, hay este festival, ensaya para esto’”, recuerda. Gracias a ese entorno de apoyo, empezó a tener sus primeras presentaciones y a integrarse en una escena completamente distinta.

El artista ecuatoriano se presentó en el Festival de Itaewon 2025, experiencia que le permitió conectar con públicos de varios países. Foto: Cortesía

Los primeros meses fueron un choque. Llegó sin hablar el idioma, con la única referencia del K-pop que conocía por sus amigas fanáticas de BTS. “Yo pensaba que podía bailar, hasta que vi cómo se entrena allá”, cuenta. Entró a un estudio de talentos, donde aprendió canto, baile, rap y producción. Las jornadas eran intensas. Ensayaba entre ocho de la noche y una de la mañana, dormía en el estudio y al día siguiente se bañaba en un gimnasio cercano. “Había días que ni comía porque sentía que estaba perdiendo tiempo”, admite.

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Con el tiempo entendió la disciplina de los trainees coreanos: jóvenes que viven bajo un esquema de entrenamiento físico y vocal que puede durar años. “Allá todo está planificado, incluso existen academias de rap. En Ecuador eso no existe”, explica. También audicionó en Starship Entertainment, donde tuvo que presentarse en cuatro idiomas: español, inglés, coreano y francés. “Tuve que acordarme de todo lo que me enseñaron en el colegio”, recuerda entre risas.

Su tía y la comunidad ecuatoriana en Corea fueron clave para que participara en festivales y actividades culturales durante su estadía. Foto: Cortesía

Pese a las dificultades, Dylan empezó a hacerse notar. Primero en un festival latino en Seúl, donde cantó junto a un grupo de amigas ecuatorianas, y luego en el Festival Latinoamericano de Seúl. Ese recorrido lo llevó al Festival de Itaewon 2025, donde representó oficialmente al país. Subió al escenario con fiebre, con la voz afectada, y aplicó una cábala que ahora no abandona: escuchar reguetón antiguo con audífonos antes de salir. “Me sube la adrenalina. Siento que me desconecto del mundo y hago lo que me gusta”.

Durante su presentación, interpretó su tema Bésame y cerró junto a artistas de distintos países con We Are The World. “Cuando bajé del escenario la gente me pedía fotos, me decían que había sido un show distinto. Fue el momento en que sentí que podía conectar con un público que no hablaba mi idioma”.

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Su paso por Corea también lo acercó a personas del medio. “Aprendí que allá todo se construye con constancia y respeto. No basta con cantar bien; tienes que demostrar que puedes soportar la presión”.

Cinco meses después, regresó a Ecuador con otra mentalidad. “El Dylan de antes decía: veamos qué pasa. El de ahora sabe lo que quiere y trabaja por eso”, resume.

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Todo sobre su nuevo sencillo ‘Amante’ y lo nuevo que viene para Jhon Dylan

De regreso al país, retomó su carrera con nuevos recursos y un objetivo claro. Su próximo lanzamiento, Amante, saldrá el sábado 29 de noviembre y será el primer tema que presenta tras su etapa en Asia.

La escribió en un bus rumbo a su estudio, inspirado en una historia que, según cuenta, representa “a una mujer que sufre una traición y decide tomar el control”. El tema, de pop urbano con influencias afro, explora la independencia femenina a partir de una narrativa que invierte los roles habituales.

“La canción habla del empoderamiento femenino desde una situación difícil”, explica. Su equipo dudó en publicarla al principio, pero él insistió en grabarla y guardarla hasta encontrar el momento indicado. Ahora planea un videoclip en el que mostrará parte del entrenamiento adquirido en Corea, con coreografía y lenguaje visual que reflejan lo aprendido.

Desde su regreso regrabó la canción con una voz más madura, retomó el trabajo con su productora y empezó a preparar un EP que reúna canciones compuestas en distintos momentos de su vida. También adelanta colaboraciones con Mersa y productores que han trabajado con artistas internacionales. “Este año fue de transformación. Dejé todo por la música y aprendí a trabajar con más orden y propósito”, afirma.

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Jhon Dylan lleva cinco años en la industria, desde su paso por un reality de televisión donde empezó a cantar junto a su abuela. Hoy tiene claro que su crecimiento no depende de un lugar, sino del esfuerzo que ponga en cada proyecto. “Volví con más disciplina y una comunidad que me acompaña. Si algo aprendí en Corea, es que el trabajo constante sí abre puertas”. (E)