The Guardian definió a Diarios como “el acontecimiento editorial”, porque el libro permaneció inédito desde que los cuadernos fueron descubiertos en 1995 en una caja, poco después de la muerte de la escritora Patricia Highsmith, entre su ropa de cama y sus toallas en la casa que tenía en Suiza. La obra, que abarca más de seis décadas de febril escritura personal, ha estado a cargo de Anna von Planta (en la versión en inglés bajo el título Patricia Highsmith: sus diarios y cuadernos), editora principal y confidente de Highsmith desde la década de 1980, encargada de seleccionar los aspectos más relevantes de las más de 8.000 páginas y 56 gruesos cuadernos de espiral que rellenó la autora de El talento de Mr. Ripley, Extraños en un tren o Carol, las tres llevadas al cine por Anthony Minghella, Alfred Hitchcock y Todd Haynes, respectivamente.

“El resultado de Diarios es una visión incomparable de una de las mentes más icónicas, complejas y fascinantes del siglo XX”, aseguró Lettice Franklin, directora de Weidenfeld & Nicolson, la editorial británica que publicó los diarios. Liveright Publishing lo editó en Estados Unidos, y Anagrama hizo lo propio en España y Latinoamérica, ofrecido para el 2022. Todas ellas tuvieron que negociar con la editorial suiza Diogenes Verlag, poseedora de los derechos de Highsmith en el mundo.

Patricia Highsmith (1921-1995) fue una novelista estadounidense famosa por sus obras de suspenso, que suman más de treinta novelas y ocho colecciones de cuentos. Este año se celebra el centenario de su nacimiento, y lejos de caer en el olvido, continúa suscitando inmensa fascinación con esta nueva biografía que indaga sus demonios, lujurias y extraños deseos. Es considerada como una de las escritoras más originales y perturbadoras de la narrativa contemporánea.

Publicidad

Patricia Highsmith falleció en Locarno, Suiza, en 1995.

La caja encontrada es fascinante: además de notas profesionales perfectas sobre la creación de sus obras, hay otros cuadernos personales, que incluyen dibujos y acuarelas, donde habla de su intimidad, de su difícil sexualidad, de su desprecio por media humanidad, sobre todo por las mujeres. Y por ella misma. Lesbiana, alcohólica, bastante perversa y sin compasión, parece una odiadora compulsiva que escribe para sublimar un deseo de aniquilar: “Matar es una forma de hacer el amor, una forma de poseer”, escribió en 1950.

Highsmith fue una mujer con una vida complicada, gran lectora interesada en temas como la maldad, la culpa, la mentira y el crimen. Estos temas fueron fundamentales en toda su obra, con gran calidad en sus novelas policiacas. Comenzó a escribir muy joven, desde los 16 años hasta su muerte, con unos personajes muy bien caracterizados y rozando la psicopatía con una percepción de realidad negativa.

Los diarios y cuadernos, presentados en un solo volumen de más de 900 páginas, abarcan toda la vida adulta de la escritora estadounidense, que falleció en Locarno (Suiza). En ellos, Highsmith reflexiona sobre sus tumultuosas relaciones amorosas, sus círculos sociales, que incluían a John Gielgud, Truman Capote y W. H. Auden, entre otros; sus viajes por el mundo y su fascinación por la vida de expatriado, así como sus ambiciones literarias.

Publicidad

A juicio de Lettice Franklin, “con su ensañamiento con los Estados Unidos de la era McCarthy, su punzante menosprecio del arte contemporáneo, su obsesión por el amor y la escritura, y los prejuicios que siempre se filtran, Highsmith revela las raíces de su angustia y agudeza psicológicas. Sus diarios ofrecen una visión incomparable e inolvidable de su vida y de sus pensamientos”, destaca la editora de Weidenfeld & Nicolson.

Sus diarios son demoledores: en ellos aparece como antisemita, racista y homófoba, pese a que era lesbiana; y, además, rompió un tabú muy importante con la novela El precio de la sal, de 1952, en la que se basó la película Carol: relatar una relación homosexual entre dos mujeres que no acaba en tragedia. “Odiaba a los judíos y a los negros; era, además, una lesbiana que odiaba a las mujeres”, señaló sobre sus diarios a The New York Times su biógrafo Andrew Wilson.

Publicidad

En algunas de las páginas de Diarios, todas escritas a mano, Highsmith no oculta el conflicto que le generó sentirse atraída sexualmente por otras mujeres. No estoy en nada avergonzada de mi homosexualidad”, confiesa, aunque reconoce que fue a terapia “para estar en condiciones” de casarse, según extractos a los que tuvo acceso The New York Times. En otro pasaje, describe cómo llegó a obsesionarse, sexualmente, con una cliente de un centro comercial neoyorquino y la siguió hasta su casa.

Según cuenta su biografía, Beautiful Shadow, su vida personal era problemática, en parte por su alcoholismo; nunca tuvo una relación sentimental que durase más que unos pocos años, ni siquiera con la también novelista Marijane Meaker, y algunos de sus contemporáneos la tachaban de misántropa, en lo que hay algo de cierto. Prefería la compañía de sus muchos gatos y caracoles, y una vez dijo: “Mi imaginación funciona mucho mejor cuando no tengo que hablar con la gente”. Highsmith encontraba frecuentemente inspiración en el arte, en la psicología clínica y en el reino animal.