Rodrigo Alonso fue reportero en la época en que no existían las redes sociales. La televisión era la vía para que sus historias periodísticas fueran conocidas a finales de los 80 e inicios de los 90, época en la que trabajó en Telemundo y Univisión. “Me fue muy bien como periodista. Entre mis logros constan las 17 nominaciones al premio Emmy, siendo uno de los primeros hispanos en ese rubro”, relata este chileno que promueve su libro Yo soy el 22 (editorial Ediquid), en cuyas páginas recoge algunas de las crónicas por las que obtuvo premios y otras nominadas tanto como escritor, reportero y documentalista.

Alonso ahora vive en la comuna Las Tunas, cerca de Puerto López (Manabí). Cerca del mar y la naturaleza costera atiende como propietario del hostal Viejamar. “El libro es una compilación de las crónicas que a mí más me gustaban, no fueron muchas, pero quería que quedaran porque no había forma de ponerlas en Youtube o en otra plataforma en esa época”.

A finales de los 90, Alonso estuvo casado con una reportera que ahora es conductora de televisión en Perú, Drusila Zileri, pero él planteó el divorcio y esta separación es la historia central del libro. “La cosa se complicó tanto que terminé preso en Estados Unidos porque ella me acusó, usando falsas denuncias, de maltrato. Entonces decidí documentar todo y esta historia personal es el hilo central de mi libro. Yo demostré paso a paso que tales denuncias eran falsas. Tal como digo en el libro, el juicio no era penal sino psicológico por el simple hecho de haber pedido un divorcio”.

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En cada página, Alonso cuenta cómo fue ese calvario, tanto en la etapa de divorcio como el tiempo que estuvo detenido durante 6 meses. “Estuve en la cárcel”, dice y antes de este episodio entrevistó a presidentes, narcotraficantes, asesinos, enfermos, en fin… y, de la mano de ellos, hizo documentales, crónicas, reportajes y noticia dura.

El libro está dividido en Cárcel, Historias y Cartas. Las crónicas que se pueden leer son El eterno enamorado, Vida y muerte del Che Guevara, El dueño de la Luna, Encadenado, La escritora y el preso, y Tacumbú. “Todas son de la vida real. Por ejemplo, Encadenado trata sobre un tipo en México que sus hermanas lo encadenaron durante 54 años por una herencia. Fue una historia que la presentamos en televsión y se hizo tan grande que incluso el New York Post la puso como noticia del año en los 90 y fue una de las que ganó un Emmy”.

Entre Cárcel y Cartas, Alonso le hace un guiño a la barbarie de la cárcel con Tacumbú. “Esa historia la hice en esa famosa cácel paraguaya famosa por sus atrocidades en Asunción. A inicios de los 90, veintidós presos se cosieron la boca para seguir con una huega de hambre. Fue en protesta contra el director del penal y de las injusticias que allí se cometían. Junto con el equipo periodístico pudimos entrar, fue muy conmovedor; también peligroso pero fui con la seguridad de que tendría la protección de los mismo presos porque querían que su histroia fuera conocida”.

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En otra crónica, la poesía se hace presente con El dueño de la luna. “Es sobre un tipo que inscribió la luna como su propiedad (al final muestro el certificado de posesión real) porque necesitaba una propiedad para poder pertenecer a un club social. Era el chileno Jenaro Gajardo Vera. La historia salió al aire a nivel internacional, en el programa Noticias y Más de Univision”.

Lo histórico también forma parte de la experiencia de Alonso al describir Vida y muerte del Che Guevara. “También ganamos un Emmy. Fue un documental que hicimos con los dos agentes de la CIA que estuvieron en el centro de operaciones en Bolivia para capturar al Che. Logramos conseguir algunas contradicciones, algunos aportes porque hicimos el viaje con el agente Félix Rodríguez, quien aparece en las últimas fotos del Che cuando estaba vivo; sus fotos aparecen en Google. En una de esas aparece un soldadito boliviano, sale el Che en harapos y un oficial, ese oficial es Rodríguez. El otro agente fue Gustavo Villoldo. Ese viaje nos permitió viajar a Cuba -donde fui detenido por cuatro horas-, Argentina, Francia...”.

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¿Por qué ese título? “Yo soy el 22 porque fui el preso 22 en la cárcel del juzgado de Miami y cuando empecé a contar mis historias, el 22 siempre apareceía de una forma u otra y cuadró también para ayudar a darle título al libro”.

Alonso, cuando tenía 16 años, vino a Ecuador por primera vez. “Me enamoré de este país a esa edad. Luego, cuando ya fui reportero vine desde Miami a entrevistar a Abdalá Bucaram, luego lo visité en Panamá. Y, entre esos viajes, conocí Manabí y me dije que cuando me retire, vendré a Ecuador para quedarme. Fue desde el 2006 que me establecí en este país. Aquí conocí a Denise Klein con quien estuve casado algo más de dos años. En esa época trabajé en Ecuavisa, Canal Uno. Hice los primeros Televistazo con Ruth del Salto. También trabajé en Teleamazonas con Dallyana Passailaigue y su hermana Vanessa, José Toledo, Steven Macías, Jorge Escobar, Carola y Lenin Artieda, entre otros”.

Yo soy el 22 está disponible en Amazon, edición Kindle. (I)