Hace poco leí En tierras bajas, el primer libro que publicó la escritora rumano-alemana Herta Müller, Premio Nobel de Literatura 2009. La obra se dio a conocer en 1982 en Bucarest, en versión censurada, y en 1984 en Berlín Oeste, en versión completa. La edición que leí es la publicada en 1984, traducida al español por Juan José del Solar, académico y traductor peruano, nacido en 1949 y fallecido en 2014.

El libro está narrado desde la voz de una niña. Contiene quince cuentos, la mayoría breves. El único cuento realmente largo es En tierras bajas, que da el título a todo el conjunto. Este cuento podría pensarse quizá como una novela corta, al igual que los relatos que escribe otra Nobel: Alice Munro. Todos los cuentos de En tierras bajas relatan la vida de personajes comunes, silenciosos y violentos que forman el precario entorno de la niña: la familia, los vecinos, la gente del pueblo. La propia Herta nació en un lugar pequeño, casi rural. Pertenece a una minoría alemana, asentada en Rumania: los suabos.

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Escritora: Herta Müller Obra: 'En tierras bajas'

El estilo de Herta Müller es descarnado. Nada es idílico en su narrativa. A veces pensamos la infancia como la edad de la belleza, de la felicidad. En estos cuentos no es así. En ellos hay pobreza, violencia, abusos contra las mujeres, contra los animales, contra los niños, contra los más débiles. Los hombres son victimarios y también víctimas. Entre tanta violencia, mediante la minuciosa narración que realiza la autora, se puede dar cuenta de una cierta belleza: las flores, el paisaje, los nimios espacios de juego, que son como un bálsamo.

El tema principal de las obras de la escritora Herta Müller es la dictadura comunista rumana de Nicolae Ceascescu, que la persiguió y acosó.

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En el 2009 la Academia Sueca le concedió el Premio Nobel de Literatura, porque “con la concentración de la poesía y la franqueza de la prosa retrata el paisaje de los desposeídos”. En la ceremonia de entrega del Nobel, Müller pronunció el discurso titulado “Cada palabra sabe algo sobre el círculo vicioso”. Este discurso, una pieza literaria por su estilo, hondura y belleza, está construido a partir del símbolo del pañuelo, que tiene múltiples usos y significados: es saludo, despedida, sirve para protegerse del sol, para secar una lágrima e incluso para cubrir la cara de los muertos.

Müller es una prolífica autora. Algunos de sus libros están publicados al español. Entre ellos las novelas Todo lo que tengo lo llevo conmigo, La bestia del corazón y El hombre es un gran faisán en el mundo, además de varios ensayos, que recomiendo especialmente leerlos, pues así entenderemos más su narrativa. Uno de los libros de ensayos que me ha cautivado es El rey se inclina y mata.

En esta obra dice que siempre destacan de ella la mirada distinta. Señala que a veces se cree que ese mirar distinto es patrimonio de la literatura y del arte, y no es cierto. La mirada distinta no tiene que ver con el oficio, sino con la biografía, afirma Müller. Dice, asimismo, que el silencio no es una pausa al hablar, sino algo en sí mismo. Cuenta que en su familia se hablaba poco. Ella aprendió a interpretar, a leer esos silencios. Según cuenta, se llama Herta porque la madre decidió ponerle así en honor a su mejor amiga, de nombre Herta, quien murió de hambre. (O)