La tarde es cálida y luminosa. Rosanna Queirolo, destacada empresaria, nos recibe con una sonrisa franca y ojos llenos de vida. Han pasado seis meses desde una fecha que transformó su vida. “Ya son seis meses desde el 25 de abril”, comienza, “aquel día que parece que fue ayer”. Esa fecha marcó un antes y un después, un reto y una prueba de fuerza y determinación.
El viaje de Rosanna para operar su cadera izquierda la llevó a Stanford, en California, lejos de Ecuador, su hogar. “Estuve dos meses y medio allá, y la verdad, no puedo pedirle más a Dios”, expresa con emoción. Su gratitud es palpable, no solo hacia una divinidad, sino también hacia las personas que han mostrado preocupación y cariño hacia ella. Las muestras de afecto y oraciones la han llenado de energía. Es evidente que el apoyo constante ha sido crucial en su proceso de recuperación por una caída que tuvo hace 15 años que provocó el desgaste de dicho hueso.
Publicidad
Aunque el camino no ha sido rápido, Rosanna destaca que su evolución ha superado las expectativas. “Estoy arriba del 95% de... éxito”, dice, haciendo referencia a lo que le indicó su médico. Ya sin dolor y en constante progreso, la empresaria ha comenzado a retomar sus actividades diarias y físicas, aunque con algunas restricciones todavía.
“Mi vida cotidiana es exactamente la misma”, afirma. Sin embargo, aún debe ser cautelosa con algunas actividades, como correr en superficies duras y levantar cargas pesadas sobre sus hombros. Su médico le ha instado a tener paciencia, especialmente porque conoce su pasión por el deporte. Pero Rosanna es optimista y espera que para junio del próximo año reciba el alta completa.
Publicidad
Pero su experiencia en Stanford no solo ha sido médica. Es también el lugar donde sus hijos estudian. Uno de ellos recientemente completó un MBA, y el otro está a punto de graduarse. La decisión de elegir Stanford sobre Nueva York, donde otra de sus hijas vive, fue deliberada. “Sentí que era un lugar más cálido, más tranquilo”, explica. Su prioridad era recuperarse en un ambiente sereno y rodeada del apoyo familiar.
Habiendo compartido tiempo en familia y ya en Ecuador con la compañía de su esposo, la empresaria ha sabido adaptarse, encontrando la alegría en visitarlos y en reunirse en ocasiones especiales a pesar de la distancia con sus cuatro hijos, todos residiendo en el exterior. Este año, por ejemplo, las celebraciones navideñas tendrán un giro diferente: se reunirán fuera del país.
La familia de Rosanna se extiende más allá de sus propios hijos. Su esposo aporta dos hijas al clan, haciendo un total de seis, todos dispersos globalmente. A pesar de la distancia, el vínculo familiar se mantiene fuerte y constante.
Mientras hablábamos de familia, Rosanna no pudo evitar mencionar otra de sus grandes pasiones: su cadena de restaurantes, Gourmet Market. A punto de celebrar su aniversario número 11, este proyecto ha sido una fuente de orgullo y alegría. Con cuatro locales en puntos estratégicos de la ciudad, Gourmet Market se ha convertido en un refugio familiar para muchos, ofreciendo desde platos icónicos hasta opciones más saludables, como su línea de helados Sanna, un homenaje a su nombre. Estos helados no solo prometen ser deliciosos, sino también veganos, libres de gluten y azúcar.
La emprendedora nos comparte en exclusiva sobre su viaje en el mundo de los helados saludables. Junto a Aldo Faidutti, ganador del premio al mejor helado artesanal en el mundo en 2010, fundó esta línea de helados sin azúcar hace siete años. La inspiración surgió de su propia experiencia con la adicción al azúcar y la intolerancia al gluten que descubrió en su vida.
Actualmente, Sanna ha lanzado al mercado tres nuevos sabores veganos: coco maracuyá, choco menta y doble pistacho. Estos productos no contienen azúcar añadida ni gluten, haciéndolos aptos para un público amplio, incluyendo diabéticos y personas con alergias alimentarias.
Rosanna, con una profunda convicción, nos habla de su rol como coach de longevidad y de la importancia de eliminar el azúcar de la dieta para llevar una vida sana. Además, resaltó la toxicidad del gluten y cómo al eliminarlo de su alimentación, mejoró notoriamente su salud y bienestar.
“Al momento de dejar el gluten dejé el azúcar y ahí es cuando yo comencé a sentirme mucho mejor. Tenía más energía, la piel me cambió, me adelgacé. Nunca he sido gorda, pero me adelgacé, me sentía real, bella, no hecha trizas, ni hinchada, inflamada. ¿Y yo dije por aquí me voy, no?”, relata mientras disfruta de una copa de helado.
Lucir así a los 55 años también requiere de otros sacrificios que ahora comparte como consejos: dormir temprano, no beber alcohol, no trasnochar, recibir oxitocina de familia y amigos, y hacer ejercicio a diario de 6 a 7 días a la semana, dos horas al día.
Rosanna también compartió su experiencia en educarse en distintas ramas del coaching, incluyendo coaching hormonal y nutrición deportiva. Con este conocimiento, ha fundado su propia academia, Rejuvenece, con el objetivo de ayudar a mujeres a llevar una vida plena y equilibrada.
A pesar del éxito y la gran comunidad que la apoya, Rosanna también nos habla sobre la parte oscura de la fama: la toxicidad en las redes sociales. Aunque ha enfrentado críticas, mantiene una actitud positiva y sigue adelante con su misión de ayudar y educar a otros sobre la importancia de una vida saludable.
“Hoy creo que me encuentro en la mejor etapa de mi vida. Estoy feliz con mis negocios, con mi comunidad, con mi esposo y con mis hijos están triunfando en el exterior”, manifiesta. Sí es difícil como empresaria mantenerse con la situación de inseguridad que Ecuador atraviesa, no obstante cree que vienen días mejores. “Agradecida, contenta, solamente un poquito nerviosa por la situación de la inseguridad. Sí, pero en estas semanas, desde la nueva presidencia siento que me ha retornado la paz. Ojalá que sea para quedarse”.
Finalmente, la empresaria tiene planes de lanzar un nuevo curso el próximo año y anima a todos a buscar una vida más plena, alejada de las toxinas, tanto alimenticias como sociales. (E)