Estas han sido unas olimpiadas para los adolescentes. Los medios coinciden en que, en parte, esto ha sido posible por el retraso en los juegos a causa de la pandemia. Algunos de los más jóvenes no habrían alcanzado a competir el año pasado por no tener la edad necesaria.

En realidad, no hay una edad mínima formal para participar en los Juegos Olímpicos, pero cada deporte tiene sus propios requisitos de elegibilidad y estos deben respetarse.

El skateboarding es una de las cinco disciplinas que debutaron en estos Juegos, al igual que las tres chicas que se subieron al podio esta semana. La ganadora de la medalla de oro fue Momiji Nishiya, de Japón, quien empezó a practicar a los 5 años.

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Unos puntos por debajo de ella estuvo la brasileña Rayssa Leal, también de 13 años (un par de meses menor que Nishiya), ganadora de la medalla de plata.

Apodada Hadita por un video grabado cuando tenía 7 años, en que intenta en la patineta una maniobra difícil, hasta dominarla, Leal dice que todavía no se cree lo de la medalla. “Parece que fue un hito histórico. Saber que había muchas otras personas que se entrenaron durante años para estar aquí, no solo para el skate, y haber logrado llevar una medalla para Brasil, es muy gratificante”, dijo a TV Globo, y añadió: “¡Es muy loco!”

Nacida en Imperatriz (estado de Maranhao), el 4 de enero de 2008, Leal se mudó a Sao Paulo para tener más oportunidades, y lo logró. Se ha convertido en la atleta más joven de la historia de Brasil en subir al podio de los Juegos Olímpicos.

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En un video sobre su naciente carrera, grabado cuando tenía apenas 11 años, Leal muestra caídas y aciertos sobre la patineta. Su entonces entrenador, Tulio Olivera, explica que empezó a entrenar a niños brasileños para que pudieran competir en encuentros en Estados Unidos, y así conoció a Rayssa Leal y a sus padres.

La niña empezó con invitaciones a competencias nacionales, todo por diversión. Su primera invitación fuera del país fue a Londres, donde obtuvo el tercer lugar. Oliveiro la describió entonces como alguien poco interesada en las sesiones de fotos y en las cámaras, solo enfocada en disfrutar de su deporte.

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Histórico podio: Momiji Nishiya y Rayssa Leal, ambas de 13 años, y Funa Nakayama, de 16, se reparten las medallas en skate femenino

Eso, en apenas dos años, ha cambiado. Leal no solo es una estrella del deporte, sino también de las redes sociales, con casi 6 millones de seguidores en Instagram y 1,8 millones en TikTok.

Su ídolo, dice, es la skateboarder profesional brasileña-estadounidense Leticia Bufoni, a quien pudo acercarse en Tokio.

La medallista de oro que nadie esperaba: Anna Kiesenhofer

Al final de la competencia de ciclismo femenino, hubo muchas felicitaciones para la favorita, la neerlandesa Annemiek Van Vleuten. Incluso ella creía que había ganado. Habían olvidado a la persona que cruzó primero la meta, que en ese momento solo recibió elogios de uno de los representantes de su federación: la austriaca Anna Kiesenhofer, una ciclista aficionada.

Su gran logro anterior había sido ganar la Copa de España de 2016, aprovechando que estudiaba un doctorado en Matemáticas en ese país. Después de eso, en 2017, decidió que era hora de retirarse del deporte profesional. En una entrevista ese año explicó que tenía problemas de salud: amenorrea y osteoporosis en la zona lumbar, además de trastornos del sueño y falta de motivación, como escribió también en su blog. Estaba cansada de competir.

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No abandonó la bicicleta, pero la dejó como un hobby y regresó a Austria a dedicarse a la investigación matemática. Aun así, le alcanzó para ser campeona nacional contrarreloj en 2019 y 2021, y en ruta en 2019. Llegó a Tokio con 30 años de edad, sin expectativas, con el deseo de dejarse ver en la fuga inicial antes de que las estrellas del ciclismo empezaran a competir en serio.

“¡Me voy a Tokio! Voy con la paz mental de haber hecho todo lo que pude para estar en la mejor forma que puedo estar. Gracias a todo el que cree en mí, eres mi motivación cuando el camino se hace duro (que es muy seguido). Gracias al que duda de mí; probar que estás equivocado es igual de motivador”, escribió entonces en Instagram.


A 40 kilómetros de la meta, se quedó sola, sin saber que el resto se había olvidado de ella, y pedaleando por motivación personal, hasta cruzar la línea y entender lo que pasaba.

No conocíamos a Kiesenhofer, así que no podíamos subestimar a alguien a quien no conocíamos”, confesó después una de las integrantes del equipo de Países Bajos, Anna Van der Breggen, quien quedó decimoquinta como parte de la estrategia para apoyar a Van Vleuten.

El siguiente destino de Kiesenhofer es Lausana, en Suiza, donde continuará con su trabajo posdoctoral en ciencias exactas.

El valor de admitir que algo no está bien: Simone Biles

Lo que dijo Kiesenhofer sobre haber ido a las Olimpiadas en un estado de paz mental, de manera que el triunfo fue una sorpresa, tiene mucha correspondencia con la experiencia de la afamada gimnasta Simone Biles, favorita de este año.

La joven estadounidense es conocida por su potencia y precisión. Incluso desarrolló en la adolescencia un salto que ahora lleva su nombre. El Biles es “un doble salto mortal o dos vueltas con el cuerpo en plancha. Pero en la última vuelta, antes de terminar su segundo mortal, ella hace un giro en otro eje, como si estuviéramos de pie y giráramos hacia la derecha o izquierda, entonces ella combina dos ejes de rotación”, explicó a BBC Mundo la gimnasta artística Ana Ordóñez.

A los 24 años, Biles ha tenido que enfrentar un enorme rechazo por su decisión de no competir en las finales de gimnasia artística y dejar la responsabilidad a su equipo. Muchos aficionados, ansiosos de ver resultados, se enojaron y lo llevaron a las redes. Otro grupo, sin embargo, entendió que lo que pasa con ella no es algo nuevo, sino que los deportistas profesionales empiezan recién a hablar públicamente de la salud mental, como hicieron antes Naomi Osaka y Michael Phelps.

“Ya no confío tanto en mí misma. Tengo que concentrarme en mi salud mental”, dijo entonces la deportista. Explicó, incluso con historias de Instagram, que sufre de twisties, el término que usan los gimnastas para describir el bloqueo mental que los hace sentirse desorientados justo cuando están en el aire, poniéndolos en riesgo de caer de mala manera.

Respondiendo a las preguntas de sus seguidores, explicó que no puede distinguir entre arriba y abajo, ni controlar el cuerpo, y que es escalofriante no poder ubicarse. “Tampoco tengo idea de cómo voy a aterrizar, o sobre qué voy a aterrizar: cabeza, manos, pies, espalda”.

El público a menudo olvida que Biles no tuvo un comienzo sencillo en la vida. Creció con su padre y madrastra, pues la madre perdió la custodia a causa de sus problemas de adicciones. Empezó a entrenar muy joven, en un programa estricto de hasta 32 horas a la semana.

E incluso el deporte no fue un lugar seguro. En enero de 2018, reveló que había sido una de las víctimas de abuso sexual por parte del médico del equipo estadounidense de gimnastas Larry Nassar, que luego fue condenado a prisión por décadas de crímenes sexuales contra cientos de niñas y adolescentes.

“Yo también soy una de las muchas sobrevivientes que fueron objeto de abuso sexual por Larry Nassar”, escribió la joven deportista en Twitter, con la etiqueta #MeToo.

Simone Biles, la extraordinaria vida de la gimnasta olímpica que superó una dura infancia y el abuso sexual

Su retiro afectó las aspiraciones del equipo estadounidense, y por eso no fue recibida con gracia. Hasta ese momento, su puntuación había sido la más baja de su marca personal en unos Juegos Olímpicos, y no quiso seguir ni culpar a ninguna lesión física.

“No ha sido un día fácil o el mejor, pero lo terminé”, escribió en Instagram cuando aún era parte de la competencia. “A ratos siento que tengo el peso del mundo en los hombros. Lo ignoro y hago como que la presión no me afecta, pero demonios, es difícil. ¡Los Olímpicos no son un chiste!”.

Su lugar fue asumido por su compañera Sunisa Lee (18 años) en la competencia por equipos, en la que alcanzaron el segundo lugar. En la ronda artística individual general, Lee obtuvo la medalla de oro, algo que Biles se apresuró a celebrar.


Ítalo Ferreira, el surfista de la tabla rota

Unos inicios menos que auspiciosos en el surf no desanimaron al medallista de oro brasileño Ítalo Ferreira, que recientemente subió al podio en Tokio.

Fui el primero en surfear una ola en los Juegos Olímpicos, gané la primera manga, hice la puntuación más alta en el campeonato y gané la medalla de oro, todo salió bien”, dijo a EFE.

Ferreira, de 27 años, nació en Bahía Formosa (estado de Río Grande do Norte), en una familia de pescadores. “Un día un primo me dio una tabla rota, pero era suficiente y mejor que el poliestireno (en la playa se usa para guardar el pescado). Después mi papá me compró una tabla, la pagó con un pescado y el resto en dinero. A partir de entonces empecé a surfear un poco más”, contó.

Empezó en la disciplina con 8 años y poco a poco fue convirtiéndose en uno de los mejores del mundo.

Italo Ferreira, el oro olímpico de Brasil, se inició surfeando en tapas de cajas de pescado

Tras Adriano de Souza (Mineirinho) (2015) y Medina (2014 y 2018), Ferreira fue el tercer brasileño en coronarse campeón mundial de surf, una especialidad que cada vez se abre más espacio en Brasil. (E)