Cada noviembre el país se tiñe de morado, por esa mezcla mágica de frutas andinas, especias y memoria que hierve lentamente en las ollas ecuatorianas: la colada morada. A su lado, las guaguas de pan que parecen sonreír desde las vitrinas, en versiones que van desde la receta ancestral hasta reinterpretaciones gourmet con toque de autor.






















