Tiene 65 años, más el IVA 66, dice el actor y comediante Carlos Michelena. El Miche, como se conoce al artista, se ha visto obligado por la pandemia, la cuarentena y las medidas del COE a alejarse de su escenario habitual en el parque El Ejido o en el atrio de la plaza Grande, en Quito, donde convocaba a su público y donde estaba en contacto con ellos, de forma cercana, cálida, humana.

El distanciamiento y el lento retorno de los artistas a los escenarios con público lo acercan a la escena digital, a la virtualidad y tecnología, de la que prefiere guardar distancia, pero de la que debe hacer uso para mantener viva su propuesta artística. Entre vivir y morir... pero de la risa es la obra que presentará este sábado 15 de mayo, a las 20:30, por sala privada de YouTube.

“Voy a presentar yo algo de lo que fue nuestra cultura pasada antes de la pandemia, la cuestión esta del transporte urbano, mi rutina en el parque, voy a presentar ahora las nuevas cosas que se están dando como efecto de esta prueba de salud que está aguantando el mundo, que estamos aguantando, como es la educación por ejemplo”, detalla el artista quiteño.

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La vacunación es otra de las temáticas que abordará en su propuesta este fin de semana. Él no se ha vacunado y tampoco está en lista para hacerlo, dice. “No estoy en lista ni me alisto”, señala el Miche.

“No todo es crítico, también hay un canto de esperanza cuando recuerdo a nuestros migrantes que han ido a otros países a buscar otras oportunidades de desarrollo, cuando veo al artista marginal luchando por sobrevivir, para mí no hay mayor artista que el de la calle, empezando por los vendedores informales, no hablo de los de la Bahía o del Ipiales, el otro que tiene ser corrido del policía municipal, de la camioneta peor que delincuente, tenemos que reinventarnos día a día en la sobrevivencia”, sostiene.

El show de 120 minutos se verá por sala privada. Las entradas están a la venta en TicketShow, por $ 7. Más información 099-362-0797.

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Tecnología, ¿usarla o no?

Con 40 años de trayectoria, el Miche afirma que “vivir sin celular es una maravilla. Yo le veo a otros que están locos porque se olvidaron el celular y quieren volver rapidito a la casa o no tienen para saldo o porque puchica ya está de moda otra marca, otra modalidad y sufren porque tienen que actualizarse. Yo gracias no tengo nada de eso, vivo relajado, abro libros, hablo con quien quiere hablar conmigo viéndole los ojos, viéndole la expresión, porque ya lo dijo alguien hace fuuu: los ojos son espejo del alma”.

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Con 40 años de trayectoria, El Miche afirma: “Vivir sin celular es una maravilla. Yo les veo a otros que están locos porque se olvidaron el celular y quieren volver rapidito a la casa o no tienen para saldo o porque púchica ya está de moda otra marca, otra modalidad y sufren porque tienen que actualizarse. Yo, gracias, no tengo nada de eso, vivo relajado, abro libros, hablo con quien quiere hablar conmigo viéndole los ojos, viéndole la expresión, porque ya lo dijo alguien hace fuuu: los ojos son espejo del alma”.

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“Imagínese lo que está sonando ahora con la tecnología, que le suplantan la personalidad a cualquiera, les filtran el número de cuenta, les roban, engañan con premios falsos, les suben fotos de lo que ha estado haciendo y donde sea, y eso les viralizan y hacen quedar mal. Hay divorcios por interpretación de cualquier palabra, del que quiere interpretar a su manera, hay violencia por todo eso. Los niños pobres no pueden conectarse a través de eso, las clases son, discúlpeme, una pendejada porque no se sabe quién habla y cuando ya medio se conecta y el profesor habla, si vive el pobre de acá en Quito, en un barrio aledaño lejos, no hay buena señal, se corta. Quedamos para volvernos locos, yo me vuelvo loco leyendo la biografía de Van Gogh, de Caspicara, de Miguel de Santiago, que se rayaron pero por otras cosas”, menciona.


¿Cómo lograr desconectarse, algún consejo?

“Yo no soy bueno para dar consejos, pero yo me acuerdo de alguien que decía que para todo hay su momento y su espacio. Tener que saber aplicar eso: el momento del trabajo y la necesidad, bien. Conectarse, hacer sus cosas, pero salir de eso y saber que sales al parque a ver a Guayaquil, a ver las iguanas, a hablar ahí con mi poeta Medardito que está sentadito y disfrutar del que vende el agua helada, nutrirse de la vida, pero no esclavizarse”.

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¿No le han hecho falta las redes sociales?

Para entenderle al mundo, sí, algo, pero la verdad, no. Ahora yo con más razón me siento más lejano de esto. Porque digo hay que hacer contrapeso con otros valores, otras propuestas, otros ritmos de vida. (E)