Treinta y una miradas imponentes y llenas de fortaleza se levantan a unos ocho metros de altura, cada mirada pertenece a un valiente, a un ángel, a alguien que decidió seguir sirviendo a los demás en medio del horror. Primera línea Guayaquil se denomina el mural que pretende hacer un homenaje a los héroes de la pandemia del COVID-19.

Su autor es el artista visual Juan Pablo Toral, quien junto con su equipo trabajaron durante ocho meses en el mural de 35 metros de ancho ubicado en el cerro del Carmen.

Un médico, una trabajadora de la empresa de agua potable, un repartidor, un recolector de basura, una teniente de Policía, un camarógrafo, una periodista, una enfermera, entre otros, son parte de la obra muralística que tiene como fondo el celeste y blanco que alude a la bandera de Guayaquil. Personas reales las cuales fueron convocadas por Toral. “Hay una cantidad de anécdotas atrás de cada uno, porque cada persona y cada institución vivió la pandemia desde su óptica y su perspectiva (...), historias concatenadas por una misma desgracia”, dice.

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Mural 'Primera línea Guayaquil', de Jorge Toral, se encuentra en el cerro del Carmen. Foto: Jorge Guzmán

Explica que hizo un acercamiento con algunas instituciones y empresas a las que les pidió le refirieran a trabajadores que representen a sus compañeros. “Todas estas personas fueron convocadas a través de los directores, de los jefes o de las personas que manejan las instituciones (...). Me esmeré en que sean personas reales, que no haya favoritismo de ningún tipo”, afirma sobre la obra que fue apoyada por la Alcaldía de Guayaquil.

El proceso rompecabezas

Toral cuenta que la cantidad que respondió a la convocatoria fue mayor a la plasmada en el mural. Cada uno fue fotografiado para posteriormente pasar a su taller, donde el artista empezó a retratarlos a cada uno, dedicando hasta doce horas diarias en cada acuarela.

“Yo soy un pintor fotorrealista, donde las pinturas tratan de ser casi que una fotografía. El gesto pictórico está implícito en la obra. El tema de la acuarela es el medio que me dio a mí la facilidad para que esto se pueda evidenciar en vivo, en el mural”, sostiene.

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Fue una experiencia enriquecedora. De todos los murales que he hecho en la ciudad, este tiene un encanto único, por haber sido en pandemia, por haber sido en el cerro del Carmen, por haber tenido esa magnitud

Juan Pablo Toral, artista visual

Una vez pintados, fueron llevados a un programa informático para pasar por un proceso de montaje, que reunió a todos los personajes seleccionados en un solo escenario. El paso siguiente fue llevar el arte en un disco duro a Cuenca para imprimir cada parte del mural en baldosas de cerámicas.

Finalmente, cada pieza -similar a un rompecabezas- fue colocada sobre una estructura metálica, aledaña a la pared. Solo el montaje tomó casi cuatro meses.

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Lo define como un trabajo maratónico, que demandó -entre otras cosas- de pruebas de colores diarias en la impresión (las piezas tomaron días en ser impresas en su totalidad), para conservar la misma tonalidad en todo el mural.

Además, se trata de un trabajo multidisciplinar en el que participaron artistas, fotógrafos, ingenieros, arquitectos, diseñadores gráficos y albañiles especializados en montar murales. En total, un aproximado de 25 personas, sin contar a las que se involucraron de manera concreta, las cuales suman más de 50 en total, afirma Toral.

Recuperando espacios

Antes de que el mural llegue a esta zona del cerro del Carmen, el artista indica que había un escenario abandonado, con un basurero a su alrededor. Por lo que se requirió una regeneración urbana con alumbrado. “Es un mural que dignifica al barrio y se mejora mucho el entorno. Son varios los factores que inciden en la construcción del mural (...). Este mural es como agarrar un gran cuadro e insertarlo en la mitad de las casitas de colores del cerro”, señala del mural en el que también colaboraron habitantes del sector. (I)


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