Las bienales han tenido una decadencia en el entendimiento modernista del término, afirma Hernán Pacurucu, uno de los curadores de “Nómades g-42°”, muestra inaugurada el 23 de junio en Guayaquil.

Este proyecto pretende ser una respuesta a una bienal de corte modernista que, según considera, debía ser reestructurada desde sus bases y convertirse en una bienal de artistas para artistas y no solo al servicio del turismo o gobiernos de turno y, menos aún, estática. El nombre del proyecto, entonces, hace referencia a lo nómada, debido a su característica itinerante, pero también a lo no made (‘no hecho’, en español). Donde vayan, siempre buscan generar más preguntas que respuestas.

Barcelona y Emelec, los equipos de la ciudad, están presentes con ‘Pasión amarilla’ (fotografía) y ‘Boca del Pozo a 42 grados’ (instalación).
Barcelona y Emelec, los equipos de la ciudad, están presentes con ‘Pasión amarilla’ (fotografía) y ‘Boca del Pozo a 42 grados’ (instalación).

“Deconstruimos el formato bienalero. Nuestra bienal transcurre todo el tiempo, es decir, nuestras intervenciones no son cada dos años, son continuas. Hoy inauguramos en Guayaquil, en noviembre estamos en Islas Canarias, en abril estamos en Fortaleza (Brasil) donde estamos invitados también, y así”, explica.

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“Una de las críticas que tenemos hacia las bienales tradicionales es que aparecen como un gran evento, desaparecen y vuelven a aparecer dos años después”. Otra diferencia es que Nómades siempre pide que sus artistas convivan con la ciudad donde expondrán.

Guayaquil es hoy el epicentro de este proyecto que se ha asentado en el Museo Antropológico de Arte Contemporáneo (MAAC), el museo Presley Norton y el museo Nahim Isaías y que busca indagar en la identidad guayaquileña.

Las respuestas han llegado desde artistas locales y también de diversas partes del mundo, cuyas instalaciones y obras están abiertas al público.

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“Bienal Nómades siempre va a hablar de su contexto”, precisa Pacurucu. “Configuramos toda una suerte de escena y ambientación para que bajo esa propuesta puedan sobrevivir las obras y no solo un espacio neutro. Nuestras obras están absolutamente contaminadas, nos interesa contaminarnos del contexto”, agrega.

Y, en Guayaquil, por supuesto, se contagiaron de su sensación térmica, que a veces se percibe como de 42 grados centígrados (g-42). “Esto se usa como el dispositivo para entender a esa ciudad que tiene su Malecón 2000, pero también pobreza en las periferias, una ciudad con altos decibeles de sonido y que está llena de vida, que no permite que uno se duerma y a mí me encanta eso, de comida exquisita”. Todos esos, añade, son elementos que funcionan para que los artistas hablen de la urbe no solo desde el calor.

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¿Qué es Guayaquil para usted? Los museos esperan que lo descubra (o cuestione).