Este es otro árbol fabuloso, y muy popular, en la zona montuvia del Ecuador y en muchos países tropicales de América, ya que su fruto es delicioso y fresco en batidos, helados y mermeladas.

El mamey (Pouteria sapota) es miembro de la familia botánica sapotaceae, la misma a la que pertenecen el caimito, el níspero, el cauje, el canistel, la lúcuma y otros.

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Es originario de las selvas del sur de México, especialmente de los estados de Chiapas y Tabasco, y de las zonas selváticas de Guatemala y Belice, donde se han encontrado muchas especies silvestres o criollas.

Hoy en día la semilla de mamey se sigue usando en varias bebidas ancestrales de México, tales como el famoso pozol, el atole y el tejate. Antiguamente era ingrediente del chocolatl, bebida destinada a las élites. Foto: Sergio Cedeño

Desde la época prehispánica el mamey, cuyo nombre en náhuatl es tetzáptl, ha estado ligado a las culturas mayas y aztecas, ya que en las antiguas recetas del chocolatl, la semilla del mamey (llamada pixtle) era ingrediente indispensable, así como la vainilla, el achiote, el maíz y el ají. Todo era molido con las semillas del cacao y luego le agregaban agua caliente para tener una “bebida caliente y espumosa” consumida principalmente por las élites.

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Hoy en día la semilla de mamey se sigue usando en varias bebidas ancestrales de México, tales como el famoso pozol, el atole y el tejate, muy populares en los estados de Guerrero, Puebla, Tabasco y Oaxaca, donde además se extrae su aceite industrialmente para diferentes cosméticos para la piel y el cabello.

La fruta del mamey, cada vez mas popular en Estados Unidos y Latinoamérica, es muy beneficiosa para la salud por su alto contenido de vitaminas B y C, varios minerales, grasas y proteína.

Actualmente en Yucatán, México y en Florida, Cuba, Nicaragua, Ecuador, entre otros países, las variedades más sembradas son la magaña, que llega a pesar hasta 1.5 kilos por fruta, y la pantin (1 kg), las cuales ocupan el 90 % de las nuevas siembras. Otras variedades más pequeñas como la valiente y rivera son también de excelente sabor para los insuperables batidos o helados de mamey.

Como ornamental, el árbol es bellísimo sobre todo en la época de floración, cuando sus miles de flores amarillas atraen, con su perfumado olor, a miles de insectos que realizan la indispensable polinización.

Es tan rico y oloroso el mamey que hasta los poetas le dedican versos:

“…del bosque hasta la sierra,

mil frutas exquisitas

para la diosa lleva.

Las toma una tras otra

la madre Venus tierra

y al labio las conduce

y las desflora apenas

la boca aún impregnada

con el sabroso néctar.

Al cabo le presenta

del mamey delicioso

la perfumada esencia…”.

Nunca olvido de niño cuando por mi antigua casa, en la calle Esmeraldas y 9 de Octubre, pasaba el vendedor gritando a voz en cuello “mamey coloradooo” y corríamos a llamarlo. (I)