Se podría decir que el bailarín y coreógrafo Elías Aguirre Imbernon, con una carrera multifacética en las artes (que incluye fotografía, audiovisuales y más), es una especie de ‘bicho raro’ en el arte.

Su historia no incluye un habitual inicio en la danza desde la niñez, como suele ser el caso de muchos bailarines, hombres y mujeres. Pero, sin saberlo, la pasión por el movimiento, las siluetas, el equilibrio del cuerpo y sus formas, ya estaba ahí. Se manifestaba en su fascinación por los insectos, el cual no se ha atenuado con el tiempo y de hecho es el tema principal de muchos de sus números.

Uno de ellos es Rarewalk, que se traduce como ‘extraña caminata’, un espectáculo inspirado en esa “naturaleza invisible”, como le llama este bailarín, con alma de entomólogo, al mundo de los insectos. El montaje abrirá este sábado 21 de mayo, a las 19:00, la vigésima edición del Festival Internacional de Danza Fragmentos de Junio, el cual tendrá seis presentaciones en el Teatro Centro de Arte.

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Elías Aguirre, bailarín y coreógrafo español, abrirá el festival Fragmentos de junio, con la obra 'Rarewalk', en el teatro Centro de Arte este sábado 21 de mayo. Foto: El Universo

“La obra está íntimamente ligada con los insectos... con las cosas que pasan inadvertidas en el mundo de la naturaleza, que aquí, de hecho tenéis mucho en Ecuador y estoy encantado”, expresa Aguirre durante una entrevista por videollamada, desde su hotel en Guayaquil. Es la percepción que guarda de sus otras visitas, en Macas (Amazonía) y Quito, donde también tuvo la oportunidad de presentar este baile.

En este trabajo en específico, el bailarín licenciado en Bellas Artes (U. Complutense de Madrid) y máster en Artes Escénicas (U. Rey Juan Carlos) quiere mostrar una relación entre los insectos y los humanos, a través de los parásitos.

“Hay ciertos insectos que a veces cubre sufren parasitismo, el parásito se apropia de su sistema nervioso y le obliga a hacer lo que él quiere. Esto pasa con algunas hormigas, un hongo les hace ir a ciertos sitios para generar unas esporas y repetir el ciclo”, explica el artista. “En los humanos tiene que ver con el hecho de contener ciertas experiencias que no somos capaces de exteriorizar, por ejemplo, secretos, traumas, emociones, que no somos capaces de compartir, y que de algún modo toman las riendas de la expresión corporal, como un parásito”.

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Un encuentro tarde, pero seguro

Elías Aguirre recuerda que se empezó a interesar por la danza desde los 18 años. Hasta ese momento había sido un estudiante siempre curioso por la naturaleza y por el reino de los invertebrados, a los cuales plasmaba en minuciosos dibujos; de hecho, el coreógrafo además es diseñador gráfico. Y también fue un buen deportista, con lo cual equilibraba ciencia y deporte. Faltaba el arte.

“Me llamó al principio la danza cuando empecé a ver danza urbana en la calle, me llamaba mucho la atención esos equilibrios como imposibles”. Elías dice que en eso vio mucho de lo que le inquietaba de los insectos, lo impredecible de ellos y sus movimientos, en la danza.

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Desde ese momento se dispuso a estudiar jazz, contemporáneo, clásico, butoh, clown, y otras disciplinas escénicas.

El estigma de ‘abrir las alas’

Al preguntarle su percepción sobre los estereotipos que conlleva el ser artista en estos tiempos, y en especial bailarín masculino, Elías reconoce los estigmas y sus frustraciones que, afortunadamente, son menores a las satisfacciones que le ha traído su carrera.

Ha obtenido numerosos premios, como el primer lugar en el Artes Escénicas ADAE (2009), certamen Burgos–Nueva York (2010), Iberoamericano de Alicia Alonso (2010), el de Cultura Ayuntamiento de Madrid (2010); el segundo lugar en el certamen Coreográfico de Madrid (2011), al mejor material coreográfico Unidanza (2012), Danzaxtrema (2020), más el premio del público. Ha sido invitado como profesor en centros públicos y privados de Madrid y el resto de España-

“Todos en algún momento nos hemos podido sentir influenciados por la sociedad, por lo que piensen los demás... yo cada vez me di más cuenta que o sigues tu propio instinto o eres deshonesto a ti mismo”, resalta el intérprete. “La gente con cierta sensibilidad es un poco un ‘bicho raro’... y en el mundo de la danza pues te pueden mirar un poquito raro, pero es que llega un momento que en la vida tienes que hacer lo que quieres hacer de ti”.

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Por eso sugiere a quienes tal vez se reflejen en su experiencia: “si tienes capacidad y fuerza de voluntad, muchas posibilidades se pueden abrir dentro de lo difícil que es dedicarse a la danza, que es complicada y requiere mucha disciplina”.

“La gente en las artes, por momentos, no hemos podido dedicarnos 100% a ellas... Entiendo que haya muchas personas que se frustren y que decidan dejarlo, porque a veces es muy duro, y hay que vivir de algo. Pero de alguna manera que forme parte de tu vida, porque es tu identidad, es tu sello, es algo que te hace”.

Aunque puntualiza que no desea aconsejar a nadie, este bailarín que quiere contagiarnos del entusiasmo por la naturaleza que no nos detenemos a ver, recomienda escuchar esa vocecita que nos guía y jugar las cartas que le da la vida a uno. Quizás más adelante otro ‘bicho raro’ nos puede llegar a emocionar tanto como él lo hace. (I)