El regreso de Anaconda a la pantalla grande no lo hace desde la nostalgia, sino desde la comedia, la aventura y una mirada autoconsciente sobre el propio acto de hacer cine.
Anaconda, la nueva comedia de acción dirigida por Tom Gormican, llega a los cines ecuatorianos y del mundo este jueves 25 de diciembre con un elenco encabezado por Jack Black y Paul Rudd, y con la participación del actor brasileño Selton Mello, quien debuta en una gran producción de Hollywood con un personaje tan excéntrico como entrañable.
La película reimagina el espíritu del clásico de los años 90 a través del concepto de “cine dentro del cine”.
La historia sigue a Doug y Griff, dos amigos de la infancia que deciden filmar su propia versión independiente de Anaconda en plena selva amazónica. Lo que comienza como un sueño creativo pronto se convierte en una peligrosa misión de supervivencia cuando una serpiente real y un entorno implacable ponen en jaque a toda la producción. A ellos se suman personajes interpretados por Thandiwe Newton, Steve Zahn, Daniela Melchior y Mello, en un relato que apuesta por la comedia física, el caos controlado y las situaciones inesperadas.
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En entrevista con este Diario, el brasileño cuenta que aceptar el proyecto fue una decisión inmediata. “Todo”, responde entre risas al explicar qué lo convenció. La posibilidad de trabajar junto con Black y Rudd, sumado a que se trataba de su primera película en Hollywood, hicieron que el sí fuera casi automático.
A eso se añadió la conexión con su personaje, Santiago, a quien define como divertido, raro, un poco loco y excéntrico, un tipo de rol que disfruta especialmente por su riqueza y libertad interpretativa.
También destaca el trabajo del director, a quien describe como alguien que entiende perfectamente cómo mezclar géneros aparentemente opuestos. En la cinta, aventura, suspenso y peligro conviven con una comedia desbordada y, al mismo tiempo, con una historia cargada de corazón. “En medio de todo hay amigos que sueñan con hacer cine, y eso es muy bonito al final”, señala el actor, subrayando que la película no se queda solo en el humor, sino que conecta con el deseo creativo de sus personajes.
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Aunque su personaje retrata a un experto en el entorno y los animales, su preparación no pasó por entrenamientos físicos ni por trabajar con serpientes reales. “La preparación fue estudiar más y más inglés”, explica, consciente de que la improvisación era una parte clave del rodaje y que necesitaba sentirse cómodo para jugar actoralmente con sus compañeros de elenco.
Paradójicamente, aunque interpreta a un entrenador de serpientes, nunca vio una en el set: todo fue creado con CGI, lo que lo llevó a trabajar exclusivamente desde la imaginación.
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Lejos de ser un obstáculo, eso fue algo natural para él, pues sostiene que una de las grandes lecciones es entender que la actuación está profundamente ligada a la imaginación. “Actuar es jugar”, afirma, una idea que ha mantenido viva a lo largo de su carrera.
La filmación se realizó en Australia, en locaciones que replican la geografía del Amazonas brasileño. Para él, trabajar tan lejos de casa fue una experiencia tan agotadora como estimulante. El jet lag, confiesa, fue la parte más dura: vuelos de hasta 30 horas y una diferencia horaria de 12 horas con Brasil que alteraban completamente el ritmo de trabajo. Aun así, el actor combinó el rodaje con otros proyectos personales, aprovechando el tiempo para mantenerse conectado con su país.
Mello llega a este proyecto en un momento clave de su trayectoria. Con una carrera que supera las cuatro décadas, es uno de los actores y cineastas más respetados de Brasil, con trabajos destacados tanto frente como detrás de cámara.
En 2024 formó parte de Aún estoy aquí, película dirigida por Walter Salles que tuvo un fuerte recorrido siendo la ganadora a mejor película internacional en la edición 97 de los Premios Óscar. (E)
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