San Sebastián (EFE).- Brasil tiene imagen de un país abierto en temas sexuales, pero la realidad difiere mucho en su amplio territorio y eso es lo que ha querido reflejar el realizador Madiano Marcheti en su ópera prima, Madalena, que compite en Horizontes Latinos en el Festival de San Sebastián.

“Yo vengo de una ciudad en el centro de Brasil, Sinop, marcada por la industria agraria, llena de campos de soja y plantaciones de maíz. Una zona muy conservadora, donde crecer como gay fue muy difícil”, explica a Efe el realizador en San Sebastián, tras un largo viaje desde Maputo, donde vive.

Marcheti no se sentía parte de la ciudad y para contar su experiencia empezó a escribir un guion que recibió el impulso definitivo en San Sebastián, donde en 2019 participó en Cine en Construcción, el apartado dedicado a películas que necesitan apoyo para afrontar la fase de postproducción.

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Gracias a ese apoyo y a que hace cinco años, cuando comenzó el proyecto, aún existían fondos federales para el cine en Brasil -ahora desaparecidos-, pudo poner en pie una película que tiene mucho de su experiencia pero que no es autobiográfica.

La desaparición de Madalena, una popular trans, es el punto de partida de una película que sigue la reacción a esta noticia de tres amigos suyos.

Son Luziane, Cristiano y Bianca, que no tienen casi nada en común, excepto que viven en la misma localidad rural, rodeada de campos de soja, al oeste de Brasil, y que los tres conocen a Madalena.

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“Quería tratar la cuestión trans, la violencia contra la comunidad LGTBI, en lugares como del que procedo, en el que hay un sentimiento de no pertenencia para estas personas”, señala el director, que hizo un largo proceso de casting para encontrar a las personas adecuadas para interpretar los personajes.

Para él era importante que tanto la selección de intérpretes como los personajes de la película mostraran la variedad existente en la comunidad trans brasileña.

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“No todos los trans se dedican a la prostitución ni viven en la marginalidad. Algunas son enfermeras o profesoras”, precisa Marcheti, que quiso que el reparto fuera un ejemplo de esa diversidad.

Por eso hizo el proceso de casting en dos ciudades pequeñas diferentes y en la capital del estado de Mato Grosso, para encontrar todo tipo de gente, la mayoría sin experiencia previa en la interpretación. Con estas chicas trans desarrolló talleres de interpretación e hicieron muchos ensayos, lo que le llevó a cambiar notablemente el guion original.

Una historia social para su primera película porque los temas que le motivan como director a Marcheti son los que le afectan y conmueven en algún sentido.

Le preocupan los problemas de género y de identidad o la sexualidad. Pero aunque su cine tenga esa tendencia social, también le interesa mucho la estética con la que construye las historias.

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Y mientras disfruta de su estancia en San Sebastián, ya está preparando su segundo largometraje, centrado en el medioambiente, en las minerías ilegales de Brasil en el estado de Mato Grosso del sur.

Un proyecto difícil de llevar a cabo en este momento en Brasil por la falta de ayudas federales, que desaparecieron con la llegada del Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

La política de ayudas cinematográficas ha cambiado por completo, además de que una película como Madalena “no se hubiera podido hacer hoy en día con fondos federales”, lamenta Marcheti.

En estos momentos hay muy pocas producciones en marcha en Brasil. Por eso el realizador espera que el estreno de “Madalena” ofrezca “un poco de apertura y esperanza a la industria brasileña del cine”.

Aunque, pese a lo complicado de la situación, el realizador se muestra optimista: “El cine en Brasil resiste a pesar de todos los ataques”.