Dicen que los mileniales hemos dejado de ser cool desde que ya no somos la generación moderna. Que ya no entendemos la jerga joven y hasta se nos burlan de nuestra forma de vestir y gustos musicales.
Pero al ver Freakier Friday (2025), o la nueva Otro viernes de locos, siento que los millenials aún podemos tener algo de cool que nunca se va a morir, aunque a algunos nos aterre llegar a los 40 (sí, es solo un número, pero a veces parece un monstruo).
En la inesperada secuela de Freaky Friday (Un viernes de locos), que llega a los cines 22 años después, nos reencontramos con Lindsay Lohan y Jamie Lee Curtis, en sus respectivos personajes de Anna y Tess.
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Quienes fuimos adolescentes en el 2003, definitivamente hemos crecido con Anna: pasamos de ser unos colegiales rebeldes sin ton ni son, que creíamos tener las respuestas a todo, que nos sentíamos guiados, educados y criados por el rock alternativo... a ser padres que aplican la crianza respetuosa, la respiración consciente y la alimentación orgánica. Así aparece el personaje de Lohan, una madre soltera de 38 años, que le insiste a Harper, su hija de 15, que se alimente de un parfait de yogurt, frutas y avena, en vez de una retahíla de donas espolvoreadas con azúcar impalpable.
Parece ser que Anna, para su horror, finalmente sí se convirtió en su propia madre, por su forma de educar a Harper, interpretada por la estrella en ascenso Julia Butters (recuerden a la niña actriz Trudi Fraser, en Once Upon a Time in... Hollywood, al lado del personaje de Leonardo DiCaprio). La doctora Tess Coleman, el papel de Curtis, se mantiene como una psicóloga familiar, autora de libros, que le está enseñando a Anna cómo lidiar con su propia adolescente (las vueltas que da la vida).
A su vez Anna, que se convirtió de una guitarrista colegial a una productora musical y compositora en su adultez, tiene que lidiar con una artista centennial (Maitreyi Ramakrishnan). Las barreras de comunicación y estilos entre estas generaciones supuestamente rivales nos dejan momentos suficientemente graciosos, y se tejen sutilmente con la trama central.
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El conflicto de esta flamante entrega es similar a la historia original, solo que corregido y aumentado. Al igual que Tess dos décadas atrás, Anna también está planeando en casarse nuevamente. En esta ocasión implica fusionar a dos familias: los Coleman y los Reyes, provenientes de Inglaterra (interesante juego de palabras) e integrada por Eric (Manny Jacinto) y Lily (Sophia Hammons), contemporánea con Harper aunque más bien una especie de Carrie Bradshaw y London Tipton, por su entusiasmo por la moda y los noviazgos.
La maldición se repite, otra vez en un peculiar viernes, con más intercambios de cuerpos. Las más jóvenes se cambian con las mayores: Anna con Harper (nuevamente madre e hija) y Tess con Lily.
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Está claro que Freaky Friday siempre fue una película sobre ponerse en los zapatos del otro, cuando una mujer con exceso de trabajo y su hija aprenden a llevarse bien, al adaptarse a la vida de la otra. Como no podía ser de otra manera, por supuesto que la empatía retorna en esta versión Freakier del filme. Las niñas incluso aprenden de la otra, en los cuerpos adultos, al compartir tiempo juntas, entenderse y tratar de afrontar los compromisos de las mayores.
Justamente ese es el aspecto más conmovedor de la cinta. Harper y Lily, en los cuerpos de Anna y Tess, son el espíritu joven que madre y abuela, que cualquier adulto realmente, siempre han tenido, pero que solemos olvidar cuando se nos pone un número de edad en frente.
Lohan y Curtis corriendo en vestuarios exagerados pero divertidos, con gafas de colores, rebotando por los cielos en un auto descapotado, probando brillo de labios que dan volumen descomunal, bailando seductoramente, saboreando una buena hamburguesa o simplemente saltando olas en la playa son la muestra de que para disfrutar lo que a uno le gusta no hay edad. Ni para los millenials, ni para los que llegaron antes o llegarán después.
Y si alguien todavía duda de que este título sea un homenaje a la generación Y2K, esté atento a todas las referencias posibles de la época que no pasaron desapercibidas para Disney, el estudio a cargo de la película: desde la música (con Britney Spears y las Spice Girls en la banda sonora); con la participación de Chad Michael Murray como Jake, indiscutible galán juvenil del 2000; y esperen el regreso de otros personajes inolvidables del largometraje.
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Finalmente, está la interpretación de la inconfundible melodía de Pink Slip, ícono del ‘viernes de locos’. Perdón por el spoiler: don’t wanna grow up, I wanna get out!!! (O)
