El sueño de tener su propia isla no fue imposible para el italiano Giorgio Rosa, un ingeniero mecánico que contra todo pronóstico la construyó. Su idea fue plasmada sobre una plataforma de 400 metros cuadrados sostenida por nueve torres, en el mar Adriático, a 12 kilómetros de la costa de Rímini, en Italia. Y se declaró como la República Esperantista de la Isla de las Rosas. Aunque todo parecía marchar bien, pronto llegó una batalla con las autoridades italianas.