El Festival de Cannes vuelve a brillar desde ayer en la Croisette para celebrar su 75.º aniversario libre de mascarillas, pero no de las polémicas, que nunca fallan. La falta de paridad de géneros en la competición y las protestas por la presencia en la sección oficial de un filme ruso (Tchaikovsky’s Wife, de Kirill Serebrennikov), más allá del malestar general de los presentes por las reservas de los tiques en línea, han marcado su inicio.