El cine ecuatoriano celebró la noche del miércoles 20 de septiembre la premier de la cinta Distorsión, dirigida y protagonizada por Gabino Torres (A tus espaldas) en el rol de Julián, un diseñador que se enfrenta al momento más oscuro de su vida cuando su esposa lo abandona y además se lleva a su hijo.
¿Pero cuál es la línea que no se debe cruzar para que una batalla personal no se vuelva peligrosa? Este Diario conversó con el artista sobre su personaje y la inspiración para la trama.
¿Cuál fue la inspiración para la trama de Distorsión? ¿Cómo dibujaste esta historia de un superhéroe, pero que no es heroico?
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Distorsión nace de un gusto que tuve desde niño con el tema de los superhéroes de los cómics, yo de niño leía Kalimán, que luego se convirtió también en una serie radial. Me gustaban mucho los personajes que partían de la ficción y de la fantasía. Con el paso de los años comencé a leer otras tiras cómicas y revistas y me empecé a topar con las novelas de Frank Miller y Alan Murray, como Watchmen y El caballero de la noche, que ya no son consideradas cómics sino novelas gráficas y mucho de lo que destaca en este tipo de historias es la profundidad de los personajes, mucho más oscuros y realistas, acercándose más a eso que yo consideraba que sí podía existir en la realidad.
¿Y eso se aplicó a Distorsión?
Ese fue el desafío. Empezamos a analizar la posibilidad de hacer esta película dentro del género de superhéroes y nos preguntamos ¿cómo un personaje tipo Batman o Superman puede calzar en una sociedad como la nuestra, en el contexto social que como ecuatorianos vivimos y que indudablemente nos marca la vida? La respuesta para mí fue que este era un personaje profundamente perturbado. Y cuando entendí eso, ya todas las piezas de la historia empezaron a caer en su sitio: un personaje profundamente perturbado pero con una determinación inquebrantable que lo vuelve más poderoso y a la vez peligroso.
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¿Qué reto actoral significó para ti interpretar a Julián, el protagonista?
Fue un tema sobre todo emocional. La película, te confieso, tiene elementos que de alguna manera topan fibras emocionales muy personales. Hay ciertas escenas y ciertos momentos que tocan unas fibras personales para mí, porque también parten de experiencias propias y familiares. Cuando ocurren momentos fuertes y desgastantes desde el punto de vista dramático, en un proceso de ficción, todos tienen que nacer de un proceso de realidad. Es decir, el arte, lo que trata de hacer, es reinterpretar a la realidad (...). La interpretación la hago desde un plano muy auténtico y personal.
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¿Cuán difícil fue encontrar al coprotagonista infantil perfecto?
Fue lo más duro. Hubo un casting intenso para los otros personajes, pero el casting del niño nos tomó al menos un par de meses, porque tenía que ser un niño que llene ciertas características, primero desde el aspecto físico, luego que se acople a la logística, con el apoyo de sus papás y, finalmente, una expectativa de caracterización, es decir, que sea buen actor. El niño es el centro de gravedad de los otros personajes y todos se mueven alrededor de él. Entonces el niño tiene múltiples interacciones con el elenco y tenía que ser un gran intérprete, y finalmente el rol lo obtuvo Diego Julián Saá, hijo de Diego Saá, bajista de Verde 70. Valió la pena habernos tomado el tiempo suficiente hasta encontrarlo.