En el imaginario colectivo, una soprano es a menudo corpulenta. Pero desde hace más de una década, los directores de ópera prefieren las cantantes delgadas, algo que la estadounidense de origen cubano Lisette Oropesa ha vivido en carne propia.

"En 2005 pesaba 95 kilos. Ahora 56 kilos, me tomó cinco años alcanzar mi peso actual", cuenta a la AFP esta soprano solicitada por las casas de ópera más grandes del mundo.

En la Metropolitan Opera House, "me decían 'tienes que resolver tus problemas de peso si quieres tener una oportunidad'", cuenta la cantante lírica de 35 años que interpreta en París "El Elixir De Amor" de Gaetano Donizetti.

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Desde que estaba en la escuela en su Nueva Orleans natal, Oropesa sufría burlas por su peso. "Eres gorda", le gritaban los demás niños, algo que al inicio de su carrera le costó algunos roles.

'Cantantes flexibles'

En las producciones contemporáneas "buscan cantantes flexibles (...) que bailen, salten", explica la mujer de cabello castaño. Si no correspondes a sus exigencias, simplemente "algunos no trabajan contigo".

"Si deben escoger entre 1.000 chicas, eliminarán primero a las que tengan sobrepeso", asegura Oropesa, mientras que para los hombres "no hay tanta presión para que sean perfectos".

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En la historia moderna de la ópera, el caso más famoso es el de María Callas, a la que un empresario calificó en 1951 de "monstruosamente gorda" (91 kilos), antes de que "la divina" perdiera 36 kilos.

La soprano española Montserrat Caballé, que falleció a inicios de octubre a los 85 años, era el arquetipo de la soprano corpulenta.

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Pero en los últimos años ha habido un debate sobre el hecho de que se está dando demasiada importancia a la belleza en detrimento de la voz.

PARÍS.- Lisette Oropesa en una imagen del 17 de octubre de 2018 (AFP)

En 2003, una de las más grandes cantantes líricas, Deborah Voigt, fue despedida de la Royal Opera House porque no entraba en su traje. Se sometió a un bypass gástrico para reducir el volumen de su estómago y obtuvo nuevos roles.

La rusa Anna Netrebko, estrella mundial de la ópera, sorprendió a algunos de sus fanáticos al subir 13 kilos después de dar a luz. Ella replicó que nunca había cantado tan bien.

Más recientemente, en 2014, la prensa británica describió a una joven mezzo-soprano, Tara Erraught, como "gorda" en el festival de ópera de Glyndebourne.

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Varios sopranos la apoyaron. "La ópera es la voz", dijeron. Pero para algunos críticos la ópera es también un arte visual que requiere personajes creíbles.

Controlar la respiración

Oropesa se rebela contra el canon de belleza, sobre todo si responde a gustos personales. "Hay mecenas que me dicen: 'Estoy tan contento de que no seas gorda como tal o tal cantante'".

Para ella lo importante no es ser "delgada" sino "estar en buena forma (...) y poder hacer lo que el director me pide que haga".

Para perder peso, Oropesa no se sometió a una cirugía ni hizo dieta, sino que comenzó a correr maratones. "Hice seis y corro cuatro a cinco veces por semana", cuenta esta soprano.

Sobre el peso de los cantantes líricos siempre ha existido una controversia sobre la relación entre la interpretación vocal y la corpulencia. "La gente sigue pensando que para poder cantar se debe ser gordo", explica la soprano, que piensa que ésto es un mito.

PARÍS.- Lisette Oropesa en una imagen del 17 de octubre de 2018 (AFP)

Algunos atribuyeron el declive de la Callas a su pérdida de peso, pero los especialistas niegan que exista una relación.

Oropesa explica que su nuevo estilo de vida le ha traído muchos beneficios.

"Ya casi no sudo en el escenario (...) ya no pierdo mi aliento, controlo mejor mi respiración y me siento mejor".

Después de París, Oropesa interpretará "Rigoletto" en Roma, "Rodelinda" en Barcelona, "Roberto, el diablo" en Bruselas y "Don Pasquale" en Estados Unidos. Un verdadero "maratón vocal", sonríe. (E)