Después de una larga dictadura de once coronas consecutivas del Bayern Munich -récord absoluto en el primer mundo futbolístico-, por fin la Bundesliga parece estar cerca de celebrar el advenimiento de un nuevo campeón. Tan nuevo que nunca ha levantado el trofeo en 120 años de vida. Se trata del Bayer Leverkusen, que, a falta de doce fechas, lidera el torneo alemán con 10 puntos de ventaja sobre el club de Beckenbauer y Gerd Müller. Aún le falta una docena de compromisos difíciles, pero parece difícil -por su aceitado funcionamiento, su juego vistoso y efectivo- que se caiga de aquí al final. No obstante, su lucha en tres frentes, con altas posibilidades en todos, les deja a sus hinchas una sensación de vértigo, un cosquilleo ambiguo. Todos quieren conquistar por primera vez la Bundesliga y ser los héroes que pusieron fin a la seguidilla del Bayern, pero están tan próximos a obtener la Copa de Alemania (en semifinales enfrentarán al Fortuna Dusseldorf, equipo de segunda división), y tan bien encaminados en la Europa League (en octavos de final), que empiezan a bascular entre la euforia de ganar todo y el miedo de perderlo todo.