La Copa América bajó el telón con muchas críticas. Empañada por tantos dimes y diretes, el añejo y tradicional torneo dejó más incertidumbres que certezas y me refiero a que la crítica no es solo a lo futbolístico, que sin lugar a dudas estuvo muy por debajo de las expectativas, sino a la organización que evidenció la falta de una buena administración. Los temas que influyeron para que la Copa América pierda el brillo son diversos y convalidaron la percepción de que este torneo con tanta historia está en un proceso devaluatorio.

Concluido el mismo, muchos periodistas y aficionados coinciden en que la desilusión es el denominador común. Visto y analizando desde todas las aristas, hay muy poco que rescatar, como que Brasil volvió a demostrar que su nivel en esta Copa y jugando en su patio fue superior y un justo vencedor. Pero todo esto fue opacado por el torbellino borrascoso de críticas que recibió la planificación y la ejecución del mismo y provocaron una agria censura. Son varios los temas cuestionados, tales como los siguientes:

1) La invitación a países de otros continentes, esta vez Catar y Japón, lo que consideramos un desatino. Hace pocos años México y ahora Japón, desairando a la competencia, enviaron equipos de suplentes y de jovencitos e irrespetaron la trayectoria y la historia de la Copa América.

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En un editorial anterior critiqué esta importante equivocación de la Conmebol al mencionar que ningún torneo, ni el europeo ni el asiático, ni siquiera el africano, desvirtuarían las raíces y el poder geográfico de la competencia al invitar a equipos sudamericanos. Ellos saben que es irse contra la identidad del certamen; Rafael Dudamel, DT venezolano, se unió a esa crítica y calificó como falta de respeto que Japón enviara a la sub-23 y que el torneo debe ser un privilegio reservado para selecciones sudamericanas. Y así es, más claro no canta un gallo.

2) Hubo pocos espectadores en los estadios por el precio de las entradas. Era desolador ver tan hermosos escenarios, con butacas vacías y algunas explicaciones hay. Comentan periodistas que al aficionado de la Verdeamarela solo le gusta ver a su selección y punto. Es un argumento que no puedo objetar porque ellos sabrán por qué lo dicen, mas considero como razón de peso los precios de los boletos, insensibles con la realidad de la economía popular de Brasil. Y si se le agrega que pocos fueron los partidos de buen nivel futbolístico la ecuación es exacta para explicar por qué tantas butacas vacías.

3) Los réferis y el VAR. Al margen de que existieron errores arbitrales corrientes y otros más notorios, estoy claro que hubo eventos que exacerbaron el tema, como las declaraciones de que la corrupción daba la vuelta por esos lares. Con el pasar de los días algunos periodistas argentinos reconocieron que las declaraciones de Messi, de Scaloni y del presidente de la AFA, cuestionando la ética de las decisiones, terminaron siendo una gran cortina de humo para desviar la atención del nuevo fracaso de la selección albiceleste. Con relación al VAR, que debió ser la asistencia tecnológica del árbitro, no me explico cómo la Conmebol, que se aprecia de ser modernista y de avanzada y que maneja cuentas millonarias, no haya tenido la precaución de implementar un VAR con tecnología de punta, como se usó en el Mundial 2018. En Rusia el uso del VAR permitía tomar decisiones en un tiempo mucho más rápido que en la reciente Copa América.

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La invitación a países de otros continentes es un desatino. Hace pocos años México y ahora Japón, desairando a la Copa América y enviaron a suplentes e irrespetaron la historia del torneo.

Y hasta llegaría a pensar que el grado de conocimiento de los jueces que manejan la opinión técnica del VAR era deficiente. Todo aquello causó que varios jugadores y técnicos se sintieran desfavorecidos con las decisiones.

4) Decisiones técnicas sin sustento. La determinación de que solo en cuartos de final no existan prórrogas, en caso de empate en el tiempo reglamentario, y sí haya en semifinales y en la final, demuestra una cultura impropia y la insensatez con que quitaron respetabilidad al campeonato.

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5) Innovaciones tácticas y figuras individuales. A veces parece que a los técnicos sudamericanos se les están agotando, salvo honrosas excepciones como las de Gareca, las ideas sobre cómo diseñar tácticamente a sus equipos. El DT de Perú, con un plantel reducido, ha realizado un trabajo eficiente y llegó a la final aplicando ideas tácticas que complicaron a sus rivales. Dudamel, que ha crecido y le ha dado protagonismo al fútbol venezolano, con mucho estudio en cancha le permitió hacer una tarea decorosa.

Tite, a veces criticado dentro de Brasil, fue el ganador de la Copa y recuperó ciertos pasajes del juego bonito de su selección. Y Colombia, que acertó en buscar a un DT europeo, nacido y crecido en donde las tendencias tácticas surgen y se desarrollan. El portugués Queiroz ha justificado la inversión fuerte hecha para su incorporación, y se recupera con el tiempo.

En relación con las figuras individuales de la Copa, muy poquitas. Por ahí el brasileño Everton fue el que más destacó; el chileno Pulgar y el arquero brasileño Alisson. El resto, normalitos. Nada que deslumbre. Imagínense que siguen brillando Dani Alves, los uruguayos Godín y Cavani, el peruano Guerrero, el chileno Vidal, todos cargados de años, y que pronto se alejarán de los espacios estelares de sus selecciones y solo los recordaremos siempre como extraordinarios futbolistas.

6 ) Ecuador y su participación se sintetizan así: a) Improvisación en la preparación y errores en la convocatoria. b) Tácticamente un verdadero desorden. Comparte con Bolivia los peores conceptos sobre su nivel futbolístico y por algo ocuparon los dos últimos lugares del torneo. c) Y la indisciplina, que terminó siendo la gota que derramó el vaso. Muchos jugadores ecuatorianos no saben distinguir los valores que deben resaltar cuando se viste la tricolor: responsabilidad, respeto y ética en sus actuaciones dentro y fuera de la cancha.

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En fin, la Copa América subsiste de los recuerdos. Es posible que hoy la Conmebol ya no sea el nido de trafasías, como acostumbraron los viejos dirigentes; hoy la mayoría presos y pagando las sentencias impuestas por la justicia. Pero nueva dirigencia, que intenta mejorar una imagen deteriorada, debe recapacitar y ser más imaginativos.

No pueden convertir a la entidad en un cajero automático, alimentado con la mayor cantidad de dólares posibles; el balompié requiere optimizarse para recuperar el prestigio de cuando en Sudamérica –hace ya algún tiempo– se jugaba el fútbol más hermoso del planeta. Esas épocas han quedado tan solo para el nostálgico recuerdo.

Algo que deben entender los dirigentes de la Conmebol es que no porque se hagan más ediciones de la Copa América se va a mejorar. No puedo concebir que en algo así de diez años haya cinco torneos. Es verdad que así se ganará más dinero, pero no se recuperará el prestigio.(O)