Rusia como país organizador del Mundial, ha cumplido a la altura de las exigencias del cuaderno de cargos que la FIFA impone al país sede y en donde prevalecen las garantías que el Kremlin debió ofrecer en su debida oportunidad.

Los estadios se muestran imponentes, con canchas impecables, la seguridad, las facilidades para el turista, en general Rusia ha demostrado que es una potencia vigente, gracias a las transformaciones que tuvieron, el colapso del sistema político de la Unión Soviética que vivía una profunda crisis en todos los órdenes de la sociedad. La historia reconoce a Mijaíl Gorbachov, como el arquitecto de la transformación, que la denominó “Perestroika” (reestructuración) y “glasnost” (transparencia), dentro de ese marco se incluyó una apertura política, eliminando la censura y generando parámetros de libertad de emprendimiento privado, con base en un nuevo modelo económico, la desintegración de la Unión Soviética fue un hecho y la revolución integral tuvo éxito, hoy Rusia es una superpotencia económica-militar y ha utilizado este mundial de fútbol, para dar la cara ante el mundo, para convalidar que es una sociedad organizada y progresista.

En lo futbolístico, Rusia ha podido cumplir, su selección hoy se encuentra clasificada a cuartos de final, ante la sorpresa de propios y extraños, porque generaba muchas dudas por los resultados previos, las que despejó clasificando en su grupo y eliminando a una de las candidatas, España.

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Al margen de estos detalles que ilustran la organización del evento, espero con ansias que esta última parte del torneo mundialista supere las expectativas en lo futbolístico, después de haberse jugado más de 48 partidos, me quedan dudas de que ello suceda.

Este Mundial ha dejado notorias decepciones, como la selección de Alemania de Joachim Löw, además de vigente campeona, venía precedida de una racha impresionante de victorias en las eliminatorias, con diez triunfos y 30 puntos obtenidos, su cartel de favorita se desmoronó anticipadamente rompiendo todos los pronósticos.

España, otro fracaso estrepitoso, sus éxitos durante toda una década que le permitió ganar la Eurocopa 2008, el Mundial 2010 y repetir con la Eurocopa del 2012, fue descendiendo su nivel, hasta convertirse en un equipo que disfruta manteniendo la posesión del balón, pero en zonas inofensivas que lo hicieron prisionero de un estilo de fútbol lento y por lo tanto predecible y agreguémosle el escándalo de separar al DT Lopetegui, a dos días de arrancar el mundial, que se constituyó en un hecho increíble, pero que sucedió, la falta de profesionalismo del DT excluido que se le ocurrió firmar con el Real Madrid en plena competición, cuando pocas semanas antes había extendido su contrato con la Federación, qué más se podía esperar, sino que España regrese a casa antes de lo previsto.

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Algo que también se debe anotar es el reiterado fracaso de los cinco representantes de África, selecciones que meten temor siempre, pero que queda en eso, eliminados Egipto, Marruecos, Nigeria, Irán y Senegal, lo que le demuestra a la FIFA que anda esmerada en que sean 48 los países que participen, que un mundial no es cuestión de cantidad, sino de calidad. La Concacaf aunque crea que México la reivindicó, las presentaciones de Costa Rica y Panamá fueron lamentables.

Capítulo aparte es el fracaso rotundo de la selección argentina, para muchos periodistas este mundial marcó el fin de una generación, pienso que ese criterio es errado, porque muchos de los jugadores convocados ya habían terminado su ciclo antes de Rusia 2018 y tan solo la presión periodística, la falta de valor para prescindir de ellos, la crisis institucional en la Asociación de Fútbol de Argentina, aceleraron la decepción, es solo cuestión de revisar la historia de cuántos directores técnicos han dirigido a esa selección desde el 2005 en que Pékerman asume el cargo y dura poco, en diez meses lo reemplaza Basile, que dura dos años en el cargo y es Maradona el que toma la responsabilidad de llevarlo al Mundial de Sudáfrica con fracaso incluido, lo que permitió que Batista sea el nuevo DT, pero también duró menos de un año, vino Sabella, que entre 2011 y 2014 lo lleva a las finales del Mundial de Brasil, la AFA lo desafecta descontenta por la pérdida ante los alemanes y nombra a Martino, a quien luego de dirigir 20 partidos lo reemplazan por Bauza, que también dura muy poco, hasta que llaman a Sampaoli como salvador y la historia la conocemos, encadenado al fracaso, sin personalidad se deja manejar por los jugadores, el clan de los poderosos capitaneados por Mascherano, Messi, Higuaín, Di María, Agüero, en una actitud vergonzante demostraron que Sampaoli era un inepto, lo trataron con indiferencia, tanto cuando se triunfaba y cuando se perdía, la selección fue eliminada y demostró que la crisis del fútbol argentino es más profunda de la que nos la hace creer cierta fracción del periodismo de ese país.

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Sobre esta eliminación Juan Pablo Varsky, periodista argentino escribió: “Tildar de fracasados a esta generación es parte del verdadero fracaso, de no reconocer contextos, de pedirles que con un título solucionen nuestros problemas como país. De exigirles ser los mejores del mundo, cuando quizás nosotros no somos ni los mejores de la cuadra”.

Cuando se elevan las expectativas sobre la real posibilidad de conseguir el éxito, los fracasos suelen generar una gran turbulencia, el campo de las responsabilidades se agranda, y los culpables terminan siendo unos pocos, en esa confusión solo los capaces de identificar los errores y aceptarlos, se acercan más a la reivindicación, el resto es puro cuento. (O)