La proeza del juez temporal ecuatoriano Juan Paredes merece un lugar en la próxima edición del Libro Guinness de los Récords. Desconozco si existe una categoría relativa a “fallos judiciales”, pero la tarea de leer y estudiar aproximadamente 5.000 páginas de un expediente y redactar una sentencia de 156 carillas en menos de 33 horas, para emitir su veredicto en el proceso “Rafael Correa contra Diario EL UNIVERSO y Emilio Palacio”, es una hazaña insuperable aunque perfectamente posible. Porque de antemano descarto cualquier posibilidad de que el juez no haya realizado la tarea que le corresponde y que haya firmado una sentencia previamente elaborada, pues todos sabemos que ahora nuestro sistema judicial es casi perfecto y la probidad de todos nuestros jueces es proverbial.
Deduzco que para emitir esta sentencia antes de que culmine su designación como juez temporal, el magistrado debió utilizar aproximadamente 20 horas para leer las 5.000 páginas, lo cual –como todos sabemos– es posible usando el método de la “lectura dinámica”. Posteriormente, el magistrado debió requerir la colaboración de una experta mecanógrafa, quien pudo haber utilizado alrededor de 6 horas para escribir la sentencia que el juez le dictaba. Al final, le quedaron al juez temporal como 7 horas para tomarse un necesario descanso, y luego ducharse y comer algo antes de ir a su despacho para cumplir con su obligación histórica. La extraordinaria “performance” requiere –además– una capacidad poco frecuente de comprensión, análisis, síntesis y juicio. Como lo acabo de demostrar, esta ejecutoria es perfectamente posible y debe desalentar cualquier suspicacia; más bien se trata de una demostración admirable, envidiable e imitable.
Si todos nuestros jueces y secretarias adquieren estas destrezas, nuestro sistema judicial podría resolver los miles de juicios que tiene represados… en menos de un mes. Con estas habilidades, yo podría leer y estudiar las Obras Completas de Freud, más los Escritos y los 27 seminarios de Lacan… en una semana; incluso escribiría 2 libros en ese lapso. El resto de mi vida me quedaría tiempo para cursar sendos doctorados en Neurociencias, Filosofía, Sociología, Comunicación, Matemáticas, Lingüística, Esperanto e Ikebana. Haría grandes aportes a la psiquiatría, al psicoanálisis y a las ciencias sociales ecuatorianas, continentales y universales. Dejaría de ser el articulista y profesional mediocre que soy, tan mediocre como lo somos el 55% de los ecuatorianos, según lo vengo sospechando desde el 7 de mayo reciente.
El presidente Rafael Correa ha dicho que este juicio y este dictamen marcan un “hito histórico”. Estoy completamente de acuerdo con nuestro mandatario. Si el pasado 7 de mayo los ecuatorianos le concedimos a nuestro presidente el derecho de intervenir en nuestro sistema judicial, ello transformará nuestro país. Nuestros hijos recordarán el 20 de julio del 2011 como el día en el que empezó la Revolución de la Lectura Dinámica, de la Justicia Perfecta y Absoluta, de la Verdad Una y Sola, del Unipensamiento y de la Homogenización de la Opinión. A partir de ese día, se abolirán las verdades subjetivas, las lecturas diferentes y la hermenéutica en general. ¡Bienvenidos al mundo del futuro! ¡Bienvenidos a Futurama, a La Dimensión Desconocida, a Viaje a las Estrellas, a El Planeta de los Simios, al Día del Juicio Final!