El Municipio de Guayaquil está empeñado en que se cumpla la ordenanza que regula el manejo de la basura.
Se establece que los desechos sean depositados en fundas o en algún tipo de recipiente, si fuera necesario, y que en los lugares públicos o en aquellos en que se produce más basura existan contenedores, centros de acopio y cuartos fríos.
También se crean sanciones para quienes echen basura a la calle desde los vehículos o para quienes no limpien el excremento de sus mascotas en las calles.
Se busca con estas disposiciones mantener limpia la ciudad y de esta manera salvaguardar la salud de sus habitantes.
Que se logre el objetivo depende mucho de la educación que sobre el tema tengamos los ciudadanos. La escuela y la familia deben entregar información suficiente sobre la importancia de vivir en un espacio limpio y sobre los riesgos que corremos si no lo logramos. Hace falta también pensar en los demás: una cáscara en la calle puede causar un resbalón con consecuencias graves para cualquiera; la basura regada en la calle atrae las moscas con los consiguientes problemas, para citar solo dos ejemplos.
Generalmente, nos fijamos en la tarea que realiza la empresa recolectora de basura y nos quejamos si no pasa el camión recolector en el horario previsto, y así debe ser, es nuestro derecho y nuestro deber ciudadano pero, a veces, olvidamos que para que cumpla su tarea es importante también que la basura no permanezca en la calle fuera de la hora señalada para el paso del recolector.
Ciertamente, todos estos problemas requieren una buena ordenanza municipal, pero no será suficiente sin la decisión de los ciudadanos de vivir en una ciudad limpia y saludable y de hacer lo necesario para lograrlo.
Pero la palabra basura, tiene también otras acepciones: cosa repugnante o despreciable, por ejemplo. Todos conocemos conductas, hábitos, maneras de buscar una ubicación en la sociedad o en la política, formas de conseguir algo con métodos fuera de la ética y la ley, lenguajes irrespetuosos, que merecen este calificativo.
Otra de las acepciones indica que significa que el sustantivo al que se pospone es de muy baja calidad. Así pues, puede haber comida basura, discursos basura, productos industriales basura, medios basura, legislación basura, música basura, cine basura, gobiernos basura, trabajo basura, literatura basura, para citar solo unos ejemplos.
Pero también en estos otros aspectos hay una responsabilidad personal y social, pues somos los seres humanos, los ciudadanos, los que aceptamos formas de convivencia, conductas sociales, decisiones políticas, expresiones culturales, productos comerciales. Así como nos corresponde no solo vigilar y exigir que limpien nuestras ciudades sino no ensuciarlas, también nos atañe no aportar y no aceptar nada repugnante o despreciable en la conducta social y política, para mantener la salud colectiva.
Miremos, oigamos, observemos, dentro de nosotros y el entorno, quizás encontremos más basura de la que imaginamos y nos decidamos a limpiar y a exigir que limpien, antes de que nos acostumbremos y no seamos capaces de percibir el hedor.