Naufragios, bajos ingresos por su trabajo y dificultades para el acceso a créditos afectan a las familias de pescadores que habitan a lo largo de la costa del país. Una muestra de ello es la realidad del cantón manabita de Jaramijó, poblado, en su mayoría, por pescadores artesanales. Muchos se congregan en la playa para remendar sus redes o reparar sus canoas en las que salen a pescar a diario. Otros prefieren mecerse en hamacas frente al mar o ingerir alcohol en cantinas o bares.

Las acciones ocurren mientras decenas de niños caminan descalzos por las calles polvorientas o los pisos de tierra de sus viviendas, algunas construidas con caña y techo de zinc.

Carlos Marín Mero remienda sus redes frente al mar y recuerda que hace dos años la barca en la que iba junto a su cuñado se viró en medio de remolinos y un fuerte oleaje. Ambos permanecieron unas 40 horas aferrados a pedazos de la embarcación hasta que tripulantes de un barco pesquero los rescataron.

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“Los dorados nos rodeaban, nos quitamos la ropa para no hundirnos, no sé como sobrevivimos bajo el sol y la noche fría. Dios nos ayudó”, evoca.

Este y otros riesgos rondan a los pescadores artesanales, que pasado mañana festejan el Día del Pescador Ecuatoriano, un homenaje instaurado en 1995 por decreto del entonces presidente, Sixto Durán-Ballén.

En el escenario actual, según dirigentes, el sector apuesta a la subsistencia. Así lo refleja un censo realizado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca a 43.634 personas dedicadas exclusivamente a la pesca artesanal. Este señala que el 90%, es decir 39.226, no percibe ni el salario básico mensual de $ 240.

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El estudio, elaborado entre el 21 de noviembre y 1 de abril pasados, concluye que apenas el 6,8% alcanza ingresos de entre $ 201 a $ 250 al mes, el 15% llega a un tope de $ 200, el 21,3% gana hasta $ 150, el 25% percibe hasta $ 100 y el 21,8% subsiste con apenas $ 50.

Marín, luego de perder su embarcación en el naufragio y alejarse de la pesca de camarones por un tiempo, alquila una canoa por $ 7 semanales. Obtiene de $ 5 a $ 20 en días en que el mar no le niega sus frutos y con eso mantiene a su esposa y seis hijos, pero ve lejana la posibilidad de reunir $ 2.000 para comprarse otra canoa.

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En muchos casos la situación se agrava para las familias numerosas. Es el caso de María Vélez, procreó ocho hijos con su esposo pescador, Sebastián Mero. La familia ahora vive de la caridad, pues perdió su casa por los fuertes vientos que azotaron a la costa manabita la noche del 20 de abril pasado.

En tanto, los pescadores artesanales en Puerto Bolívar, parroquia urbana de Machala, capital de El Oro, abaratan sus productos con tal de venderlos, pues la desorganización impide un comercio rentable.

Esta localidad constituye una de las once caletas pesqueras de la provincia. El país registra 176, según la Subsecretaría de Recursos Pesqueros.

Manuel Banchón, presidente de la Unión de Organizaciones de Producción Pesquera Artesanal y afines de El Oro, dice que el gremio le ha solicitado al Gobierno la construcción de un centro de almacenamiento y otros servicios como un surtidor de combustible, ferretería naval, astillero naval y otros.

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Gabriela Cruz, presidenta de la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras del Ecuador, dice que estas concesiones deben ligarse a la capacitación de los pescadores artesanales para así mejorar los precios.

El Instituto Nacional de Pesca trabaja en ese sentido al brindar asesoría sobre artes de pesca, normas higiénicas, conservación del pescado, manifiesta.

Pero pese a los esfuerzos, la delincuencia termina afectando al gremio. Según Cruz, los ataques de piratas persisten en Santa Rosa, Anconcito, Playas, Puná, Muisne... “Se llevan motores, combustible, pesca, lo que más pueden”, comenta.

La pérdida “mata” a los comerciantes porque muchos utilizan insumos prestados y deben responder por ellos. “La desesperación los empuja a solicitar préstamos a chulqueros o trabajar para los dueños de los equipos bajo condiciones de explotación”, prosigue Cruz.

No obstante, en zonas afectadas por esta problemática, como Playas, en Guayas, el Gobierno ha direccionado la entrega de motores y créditos del Banco Nacional de Fomento.

La financiera otorga préstamos a los microempresarios, pero Cruz considera que prioriza el sector agrícola. De ahí que el martes, en Galápagos, en la celebración del Día del Pescador Ecuatoriano, las asociaciones que reúne la Federación (unas 436) pedirán la creación del Ministerio de la Pesca.

Cifras: Realidad del sector
43.634
Pescadores. Se estima que la cifra representa el 50% de las personas dedicadas a la pesca artesanal en el país, pues en el grupo hay que incluir a quienes recogen especies en aguas interiores (ríos).

4.403
Kilómetros. Esa es la extensión aproximada de la franja costera ecuatoriana.

14.075
Pescadores. Este número de personas en Manabí fue censada por el Ministerio.

53
Caletas pesqueras. Con esa cifra de muelles artesanales, Esmeraldas tiene más que Manabí (43), Guayas y Santa Elena(61) y El Oro (11).