Ha resultado una teoría bastante fácil de vender aquella que culpa del atraso de los países latinoamericanos a los poderosos del norte, al “imperio”, a las grandes multinacionales o a la globalización, que son los “cucos” favoritos de quienes niegan su responsabilidad histórica. En el Ecuador quienes creen en estas ideas de dependencia han encontrado tierra fértil para difundirlas, llegando incluso a convertirlas en supuestas verdades que no admiten discusión.
Qué distinto fuera si comprendiéramos nosotros que los culpables no se encuentran en ningún lugar lejano, sino que están más cerca de lo que nos imaginamos. Como dijeron en alguna película, si lo que buscamos es identificar a los responsables, lo único que tenemos que hacer es mirar en el espejo, y es que ahí están, somos nosotros. Claro que unos en mayor grado que otros, pero todos al fin y al cabo.
Seguro que no es fácil aceptar que el retraso de nuestras naciones es responsabilidad nuestra, pero de ejemplo un botón: el Congreso Nacional se encuentra totalmente desprestigiado, pero han sido siempre nuestros votos los que han puesto a aquellas personas en sus curules. Lo propio ocurre con los presidentes, cuando se ha convertido ya en deporte nacional tumbarlos, olvidándonos que llegaron a Carondelet con el voto mayoritario de los ecuatorianos.
El Ecuador y varios países de América Latina son como aquel balde que el pescador deja lleno de cangrejos en la calle mientras se toma una cola, en otras latitudes se ayudarían entre ellos para salir del balde, nosotros por otro lado tratamos de arrastrar hacia abajo a los cangrejos que tratan de sobresalir y además culpamos al pescador por dejarnos ahí botados.
La responsabilidad es nuestra, el futuro lo debemos construir nosotros, pero quitándonos de la mente aquellos complejos de inferioridad que nos llevan a culpar a “cucos” de nuestros problemas. El mensaje de Armando es clarísimo, pero solo seremos esa respuesta cuando veamos hacia el futuro con ideas nuevas, inspiradas en principios de libertad y responsabilidad individual, no en refritos ideológicos que tienen tufo a comunismo nostálgico.