Un titular expresa ‘Chávez amenaza a escuelas que no enseñen socialismo’. Amenazó con cerrar o nacionalizar cualquier escuela privada que se niegue a enseñar los lineamientos de su gobierno socialista.
“Todas las escuelas deberán subordinarse a la Constitución y al proyecto educativo nacional. El que no quiera va a tener que cerrar su escuela”. Su Ministro de Educación parece corregir esta pretensión antidemocrática y estatista, afirmando lo contrario: El objetivo –dice– es desarrollar un pensamiento crítico y reflexivo y no un pensamiento único. Una conocida política ecuatoriana expresó recientemente con más nitidez la pretensión de mantener y exacerbar el estatismo, causa principal de la postración actual de la educación ecuatoriana. Ella afirma que “la educación es deber solo del Estado”.
Considero importante que en la elección de asambleístas y en el referendo para aprobar o desaprobar el texto constitucional redactado por ellos, recordemos las lecciones que en la historia reciente nos ha dejado el estatismo:
El fascismo italiano de Mussolini arrancó a los padres de familia parte de sus derechos y se los atribuyó al Estado; adoctrinó desde pequeños a sus “balilas”. Resultado: millares y millares de vidas perdidas; una deshonrosa derrota que puso a Italia al borde de la miseria.
El nazismo de Hitler suprimió los derechos de la persona humana, atribuyó al Estado el derecho a crear una raza pura, como si todos los europeos no fueran mestizos; el Estado dios arrancó a las familias el derecho de educar. No es necesario repetir en este artículo la vergüenza que acarreó este estatista a ese noble y generoso pueblo alemán, que borra por todos los medios la infamia cometida por el estatismo.
El marxismo leninismo stalinista, los tres adjetivos son necesarios para identificar el comunismo ruso, tenía como base la afirmación de que el Estado es la fuente del poder, concentradora del derecho.
Los ecuatorianos no queremos tener estas experiencias trágicas; queremos superar los centralismos. Sin embargo, nos falta reflexionar acerca del centralismo estatista educativo, raíz de las otras expresiones de estatismo. Vivimos un estatismo edulcorado, que pretende tener en exclusiva el derecho de pensar, de crear, de imponer una unidad talla única. Actualmente, el Estado no alienta una unidad en la diversidad. En el camino hacia una nueva Constitución tenemos que ver más claramente quiénes somos y a dónde vamos. El Estado coordine, aliente, sirva la creatividad de personas, de pueblos e instituciones para llegar al objetivo común, que debe precautelar.
Tenemos el estatismo como una bola de acero en la cumbre del camino; o la enterramos, o la dejamos crecer y rodar, causando destrucción. Es la disyuntiva de la vigésima Constitución.