Es difícil sintetizar el contenido de la propuesta, en gran medida porque aún está en elaboración y, sobre todo, porque solo se cuenta con alguna declaración por ahí, un decreto por allá o una acción por más acá. Pero, precisamente desenmarañando y juntando esos hechos es como se puede llegar a saber de qué trata todo esto y conocer el fondo de tan complicado asunto. Luego de mirar y remirar a varios de ellos se puede asegurar que la ecología, como ha sido entendida hasta ahora, es un privilegio de los ricos. Fue muy claro el Ministro de Agricultura cuando mandó a Al Gore y a quienes se le parezcan a contarle cuentos conservacionistas a un campesino que tiene unos pocos metros de tierra y un solitario eucalipto que debe convertirlo en leña. Si hasta ahora se creía que, por todos los vínculos entre vegetación y clima, ese árbol sería el pan para mañana de cientos de miles de campesinos, la nueva teoría viene a demostrarnos que esas son mentiras sin ningún valor práctico. Eso de que el Estado debe acudir con créditos y con asistencia técnica para diversificar la producción y así salvar al arbolito, no era más que una patraña inventada por quienes no conocen la realidad de los países pobres. El campesino tiene que convertirlo en leña y punto.
También es una gran enseñanza la que se encierra en el decreto que permite la pesca incidental de tiburones. Si alguien creía hace un tiempo, no importa si pocos meses o varias semanas, que era preferible un tiburón vivo en el mar que en la sopa de un japonés, simplemente no sabía de lo que estaba hablando o estaba ingenuamente adscrito a teorías que están siendo superadas por la nueva visión del siglo XXI.
Quien importa verdaderamente en esta nueva doctrina no es el tiburón ni su supuesto papel dentro de la infinidad de cadenas que, según se decía hasta hace poco, son las que constituyen el medio ambiente. No, el verdadero centro de la preocupación es el pescador que tiene que comer y dar de comer a su familia (también tiene que votar, pero esa es otra historia). El japonés y el intermediario que le pone a este en contacto con el pescador se convierten así en elementos fundamentales e imprescindibles dentro de la nueva concepción.
Pero, pensándolo bien, ¿no era eso lo que sostenían los antiecologistas de derecha?