Existe una intensa relación entre Simón Bolívar, Guayaquil y la Independencia de Sudamérica. José de Antepara y José de Villamil junto a los jóvenes venezolanos y guayaquileños organizaron la Revolución de Octubre de 1820 inspirados en la tenaz lucha bolivariana, el triunfo de Boyacá y la expedición de San Martín a las costas peruanas.
La Independencia de Guayaquil no fue un proceso aislado, los patriotas sabían de las dificultades de Bolívar para avanzar a Quito desde el norte y la liberación del puerto abría un importante frente para lograr esto y facilitaría también la guerra por la independencia del Perú.
Luego de la liberación del dominio español, en Guayaquil se formaron tres partidos: el autonomista de Olmedo, que buscaba que los territorios de la antigua Audiencia formaran un Estado propio; el de los comerciantes, tradicionalmente relacionados con Lima que buscaban la unión con el Perú; y el que promovía la anexión a la Colombia de Bolívar, que era el más fuerte y estaba liderado por productores cacaoteros de la floreciente provincia.
Cuando llegó Bolívar a Guayaquil el 11 de julio de 1822 fue recibido con el júbilo general y la solicitud de incorporación de la Provincia a Colombia, presentada por importantes ciudadanos, fue aceptada con aclamación por el pueblo. Algunos autonomistas y peruanófilos se sintieron defraudados y emigraron temporalmente al Perú.
En Guayaquil se realizó el histórico encuentro de los libertadores Simón Bolívar y José de San Martín en el cual se decidiera el futuro de la Independencia de América. Pocas semanas después de la famosa entrevista, el general San Martín renunció como Protector del Perú y se retiró de la vida pública en Francia. El Congreso peruano envió una delegación presidida por José Joaquín de Olmedo para proponerle a Bolívar que asuma la dirección de la guerra contra el ejército español que estaba fortalecido en la sierra de ese país. Luego de aceptar, el Libertador convirtió al estratégico puerto del Guayas en la fuente de aprovisionamiento de hombres y materiales que engrosaron al ejército libertador del Perú desde toda la Gran Colombia, posibilitando los triunfos en 1824 de las fuerzas patriotas en las pampas de Junín y los campos de Ayacucho.
El patriota y poeta guayaquileño Olmedo debía haber olvidado todas sus iniciales desavenencias con el General venezolano cuando ensalzó al Libertador Bolívar como “árbitro de la paz y de la guerra” en su célebre canto épico tras la victoria de Junín. Brillante la pluma de Olmedo cuando dice: “Ora mi lira resonar debía/ del nombre y las hazañas portentosas/ de tantos capitanes, que en ese día/ la palma del valor se disputaron/ digna de todos... Carvajal… y Silva…/ y Suárez… y otros mil...; mas, de improviso/ la espada de Bolívar aparece,/ y a todos los guerreros,/ como el sol a los astros, oscurece”.
Guayaquil siguiendo el ejemplo de nuestro insigne poeta ha resaltado siempre con admiración y respeto la memoria del Libertador Bolívar. En 1872 se formó el Comité para erigir la hermosa estatua ecuestre que se encuentra frente a la catedral desde 1889, en 1938 se terminó el hemiciclo de la Rotonda planificado desde 1913 para celebrar el famoso encuentro de los libertadores, el malecón principal de la ciudad lleva orgulloso su nombre así como el nuevo Centro de Convenciones ubicado donde antes estaba la terminal aérea Simón Bolívar inaugurada en 1960. Guayaquil, ciudad noble y leal siempre resaltará al gran héroe que sacrificó todo por la independencia de los sudamericanos del yugo español.