En lugar de llamarlo simplemente Adán, sus padres decidieron hacer la libre adaptación del nombre que la Biblia asigna a la primera mujer y así le fijaron una marca para el resto de la vida.
Quienes creen que el nombre es determinante en el destino de las personas podrán entretenerse con esto, pero para el resto de mortales Evo es una realidad tangible que alude a los temas y problemas más profundos de esta parte del mundo. No importa si se lo considera la expresión del futuro esplendoroso o si se lo ve como el peligro del retorno al pasado –que son las dos miradas que se enfrentan en este momento–, lo cierto es que él expresa la más cruda realidad de los países latinoamericanos, especialmente de los andinos.

La primera interpretación que se ha hecho sobre su triunfo ha aludido a su condición étnica y a la de sus seguidores. Es verdad que el voto indígena está en la base del arrollador triunfo, pero no es suficiente para explicar el alto porcentaje obtenido en zonas predominantemente mestizas, como el área urbana de Santa Cruz en donde una de cada tres personas votó por él. Tampoco lo es para explicar la armónica distribución de su voto en todo el territorio boliviano. Además, Morales superó ampliamente a Felipe Quishpe, el candidato que reivindicaba las posiciones étnicas más radicales.

Una segunda interpretación sostiene que es un voto en contra del neoliberalismo. Ciertamente, durante casi dos décadas, Bolivia fue modelo de exportación de las políticas de apertura y de liberalización de la economía. Los resultados fueron sorprendentes en términos de estabilidad, pero –y esta es la parte que importa para la explicación– nunca se expresaron en mejores condiciones de vida de la mayoría de la población. Se dirá que no hubo crecimiento porque las condiciones estructurales no lo permitían, de manera que era imposible redistribuir la riqueza (o más bien la pobreza). Pero lo cierto es que hoy por hoy Bolivia debe ser el mejor ejemplo de la limitación que encuentran aquellas políticas cuando no tienen contenido social. Al otro lado del espejo hay que poner a Chile para comprender las diferencias.

La tercera interpretación dice que es la expresión del hastío con los partidos políticos. Pero habría que hacer una salvedad y decir que la insatisfacción tiene el nombre y las siglas de los partidos que se alternaron en el gobierno y que hicieron todas las maromas para eternizarse en el poder. No se puede incluir entre ellos al MAS que, siendo un partido y no una agrupación de última hora, ha ganado largamente la elección. Los derrotados de esta ocasión fueron los movimientos manufacturados para la ocasión, porque los partidos tradicionales ya estaban acabados.

Todas esas explicaciones son válidas, pero lo son cuando se las ve en conjunto. Aisladamente solo aclaran una parte del fenómeno. Sumadas expresan los desafíos que deberá enfrentar Evo y su partido. Son los mismos retos que acosan a todos los países y que provocaron el desgaste de partidos y gobernantes.