Exceptuando al elegido, don Eloy Alfaro, y su notable exaltación por Medardo Mora, el resultado del concurso El Mejor Ecuatoriano aportó a la mayor confusión estudiantil. El desconocimiento fue evidente. Un locutor aseguró, muy suelto de lengua, que la historia entraría por la puerta ancha en nuestros hogares. Con docta superficialidad pontificaba insinuando que el concurso superaría todo lo escrito sobre historia ecuatoriana.

La estudiada postura y altisonante facundia no pudo ocultar la triste realidad: el concurso, crudamente nos mostró el desconocimiento reinante en el país sobre nuestra historia y sus personajes. Mixtura de postulados que dejó al desnudo (como lo hizo el célebre notario machaleño), que la mayoría ecuatoriana no hace diferencia entre lo bueno y malo.

Pesquemos algunas perlas de insondables aguas: una ex diputada y ex canciller de la República, teniendo por cierto la bipolaridad indio-mestizo como identidad nacional, afirmó que Rumiñahui representa “la esencia de la nacionalidad ecuatoriana”. Una defensora de Alfaro, también demostró confusión respecto de tan egregia figura. Igualmente sobre Rocafuerte a quien debió “defender” al paso.

Las respuestas de algunos panelistas sobre determinados personajes y hechos históricos fueron penosas. Se arrebataron la palabra para decir que García Moreno tuvo más defectos que Juan Montalvo y que al lado de este, Veintemilla fue “un pobre diablo”. ¡Qué profundidad!

Pedro Vicente Maldonado, “descubridor” del caucho; sus conocimientos, lo equiparan a un astronauta y fue tanto o más sabio que La Condamine o cualquiera de los científicos europeos venidos con él. ¡Madre mía!

Que Eugenio Espejo fue el primer precursor de la independencia americana. Guayasamín, el “creador” del indigenismo en la pintura. Eloy Alfaro, fundador del colegio Vicente Rocafuerte. Luciano Andrade Marín, descubridor de la cordillera oriental de los Andes. ¡Todo esto es sencillamente pasmoso! Pizarro, Orellana y los jesuitas la cruzaron por debajo.

En un video aparece Vicente Rocafuerte sin antecedentes de origen ni desarrollo personal. Solamente como político oponiéndose a la “ambiciosa oligarquía costeña”. Acusación gratuita de terrateniente, acompañada de un elogio a su calidad de patriota “por haber luchado por la unidad del Ecuador, más allá de regionalismos e intereses egoístas”. Es decir, una apología del centralismo a la vez que una catilinaria al guayaquileño autonomista. ¡Típico!

El que trató sobre Alfaro, resultó un producto audiovisual lamentable; técnica, estética y simbólicamente pobre. Mediante una representación insultante a la memoria del más grande transformador y constructor de nuestro país, apareció sentado en la playa de Jaramijó haciendo dibujitos en la arena. Los medios, inclusive el que transmitió los videos, parecen no percatarse que las mediocres caracterizaciones ofendieron gravemente la memoria de quienes se pretendió homenajear. Falsedades difundidas ante una niñez y juventud mayoritariamente carente de conocimientos. Víctima de una desastrosa educación que distorsiona la enseñanza y el aprendizaje de las Ciencias Sociales, manteniendo la historia en las tinieblas.

Mientras unos maestros ponen el alma, blanquean los huesos y se desvelan por impartir buena educación, otros por intereses mezquinos no reparan en anquilosarla. Solo hay un camino: revolucionar la educación.