El mundo vive la sexta crisis del petróleo. El precio ha ido subiendo, inconteniblemente, y está cercano al más alto que se registró en la crisis de 1981.

En los últimos años la demanda ha aumentado más que la oferta. Hay más grandes consumidores como China, India y otros pequeños países. Solo EE.UU. consume más de veinte millones de barriles por día, de los cuales cerca de la mitad son importados.

Buena parte del consumo, en forma de gasolina, corresponde a los millones de automóviles y otros vehículos que circulan diariamente en este país. La gran industria  automotriz de los EE.UU. y el Japón está ya ensayando novedosos modelos de vehículos, los llamados Mixtos, que consumirían gasolina con hidrógeno u otras sustancias o funcionarían también con sistemas de motores eléctricos. Pero el reemplazo del actual parque automotor por alguno de los nuevos mixtos tardaría años.

Otros países y entre ellos el Brasil han  adelantado ya las investigaciones necesarias para utilizar el alcohol de la caña de azúcar en diversas proporciones mezclado con gasolina. Actualmente ya producen automóviles que funcionan con el alcohol.

En Estados Unidos hay un proyecto para utilizar la celulosa de la paja del trigo como materia prima para elaborar alcohol.

En algunos países europeos están utilizando el aceite quemado de oliva, que se desperdicia en hoteles y restaurantes, el cual sirve como base de un nuevo combustible no contaminante. Cada vez hay mayor preocupación por disponer de nuevos combustibles, en lo posible, más baratos que la gasolina y como fuentes alternas de energía.

El Ecuador dispone de suelos y climas para producir más caña de azúcar y consiguientemente, más alcohol metílico y etílico, que pudieran reemplazar aun en forma parcial a la gasolina y otros derivados del petróleo. Entre otras ventajas podría estar la menor importación de gas que el Estado entrega a los consumidores con un fuerte subsidio.

La perspectiva de producir alcohol, un recurso renovable, para utilizarlo como combustible de vehículos debería ser abordado por algún organismo estatal, pues requerirá de una inversión bastante grande. Podría también estudiarse la posibilidad de una joint venture con el Gobierno de Brasil, país con el que mantenemos buenas relaciones y está interesado en una salida al Pacífico, precisamente, a través del Ecuador.