El Palacio nos va a poner otra vez frente a una encrucijada: ahora va a haber que escoger entre una Asamblea Constitucional y una Asamblea Constituyente.

¿Ustedes ya saben por cuál votar? A mí, en realidad,  ambas me parecen muy buenas.

¿Ya resolvieron si son constitucionales o constitucionalistas? ¿Tienen claro el dilema frente al cual estamos? ¿No? Híjoles. Bueno, no se angustien, que para eso estamos los analistas, que les ayudamos a desbrozar la enmarañada senda.

La Asamblea Constituyente tiene la ventaja de estar imbuida de plenos poderes para hacer lo que quiera y entonces lo que hará es... ¡Chuta! ¿Qué hará? Talvez ha de querer destituirle al Palacio y poner en Palacio a uno que no sea tan Palacio. Porque eso sí puede. O sea, en vez de un Palacio instalar solo un chalet. Gran cambio constituyente fuera ese. Y puede también decir que ya no queremos un cardiólogo de presidente, sino un ginecólogo. Digo, para que revise diunechas todo lo atinente a la concepción misma del Estado, que es lo que está fallando. Y que le implante al Estado una T de cobre para que el Estado no siga concibiendo pendejadas, como concibió a Lucio, a Bucaram o a Mahuad. Y hasta al Alarcón ese que había.

Por eso me encanta la Constituyente. Todo puede hacer. Hasta decir que ya no haya Congreso y después nombrar otro Congreso para que sí haya, pero con unos legisladores que ganen menos y trabajen más y que sepan diferenciar entre una ley y un eucalipto y que no se pasen dando empleo de asesores a sus parientes y que no vean por sus intereses sino por los del país y que busquen consensos y no disensos, también.
¡Qué belleza!
Y puede hacer que los partidos políticos sean partidos políticos y no grupos de presión para chantajear al Ejecutivo y conseguir los mejores contratos y los mejores cargos para sus militantes que buscan sacar la mejor tajada de los despojos que van quedando del Estado y... ¡Ay, espérense un ratito que ya me emocioné de solo pensar todas las lindas cosas que puede hacer una Constituyente!

Puede hasta hacer que ya no ganemos siempre el primer puesto en el campionato mundial de corrupción, sino que pasemos al vicecampionato, por lo menos. ¡Qué orgullo!

En cambio la Asamblea Constitucional puede darnos una Constitución preciosa que diga, por ejemplo, que todos somos iguales ante la ley. ¡Ay no, eso ya creo que dice! Bueno pues, que repita, para ver si por fin eso se cumple.

Entonces, los analistas en realidad no sabemos qué Asamblea es la mejor, porque, para qué también las dos son súper chéveres.

Total, después, haga lo que haga cualesquiera de ellas, hemos de volver a cambiar todo, no se preocupen, porque, pasada la novelería, veremos que el problema no está en la forma, sino en el fondo. Y no está en los nombres, sino en los hombres.

Toces ahora votemos nomás porque primero haya la una Asamblea y enseguidita haya la otra, para así tener un nuevo Estado con una nueva Constitución, porque las dos cosas creo que nos hacen mucha falta.

Y ya. Facilito está.