EE.UU.- Giovanni Sartori, el prestigioso pensador italiano de la política, ha sido distinguido días atrás con el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales. El reconocimiento ha sido hecho básicamente por su teoría de la democracia. Al anunciar su decisión, el jurado del conocido premio internacional subrayó la “gran contribución investigadora al debate contemporáneo de la ciencia política” de Sartori, así como “su compromiso con las garantías y libertades de la sociedad abierta”. Destacó también el jurado el que Sartori haya “reflexionado y alertado con particular agudeza sobre los problemas sociales e institucionales de nuestro tiempo y sobre el necesario equilibrio de los diversos poderes en las sociedades democráticas”. Ha dicho Sartori que su misión como politólogo consiste en desentrañar los diversos procesos y estructuras políticas para luego transmitirlos al gran público de la forma más accesible posible.

Sartori, de 81 años, probablemente uno de los más agudos observadores de la democracia contemporánea. A pesar de haberse iniciado como historiador de la filosofía, fue en la teoría de la democracia donde concentró luego su mayor interés. Es el autor de obras tan conocidas, y traducidas a 30 idiomas, como Ingeniería Política, Partidos y Sistema de Partidos, Teoría de la Democracia y Homo videns. En el 2003, cuando presentó su ensayo titulado ¿Qué es la democracia?, advirtió que “la democracia actual encuentra a su único y peor enemigo en sí misma y será capaz de autofagocitarse si no se actúa con más inteligencia”.

Varios son los desafíos que enfrenta la democracia contemporánea, según Sartori. Uno de ellos es el llamado “multiculturalismo”, pues dicha visión de la democracia no es realmente una prolongación del pluralismo político –pilar este sí de la democracia–, sino su negación. Para Sartori, el multiculturalismo “no persigue una integración diferenciada, sino una desintegración multiétnica”. Otro desafío lo constituyen los partidos políticos, quienes dejaron de ser en algunas naciones los naturales puentes entre el Estado y la sociedad civil para convertirse en los amos y dueños de las instituciones públicas. La partidocracia sepultó prácticamente la visión del equilibrio de los tres poderes.

Pero de los peligros que acechan a la democracia, el que más ha inquietado a Sartori ha sido el de los medios de comunicación, especialmente la televisión. Es este un medio que ejerce un poder enorme sobre las sociedades modernas. Y el riesgo consiste en su capacidad de eliminar, o reducir al mínimo, la capacidad de abstracción y razonamiento que son tan necesarias para el debate público. Probablemente la experiencia italiana –donde la simbiosis del poder económico, político y televisivo de Berlusconi es un hecho– haya pesado en esta visión algo pesimista de Sartori.

El pensamiento de Sartori resulta especialmente interesante para América Latina por su búsqueda de un modelo parlamentario (el llamado “parlamentarismo alternativo”) que supere, por un lado, al régimen presidencialista que tanto daño ha causado a la región y se aleje, por el otro lado, del tradicional sistema parlamentario europeo.

Actualmente Sartori está terminando una obra sobre “lógica y metodología”.