Los dos trajes usados ayer por Camilla Parker Bowles, cuyos diseños fueron quizá el único secreto  de esta boda controvertida y llena de contratiempos, recibieron el calificativo  de “triunfo absoluto” por expertos en moda.

El de la boda civil fue creado por las  jóvenes modistas británicas Anna Valentine y Antonia Robinson, propietarias de  la boutique Robinson Valentine, en Kensington, en el centro de Londres.

Confeccionado en una suave tela chifón, el elegante traje hasta abajo de la  rodilla que lució la ahora Duquesa de Cornualles en la sencilla ceremonia en el  Ayuntamiento, fue bordado a mano con pequeñas aplicaciones circulares, en laca,  fabricadas en Suiza, indicó la casa real.

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El abrigo, también de color marfil, llevaba aplicaciones en hilo de seda.

La pamela con plumas color marfil, cubierta con encaje francés, fue una creación del diseñador irlandés  Philip Treacy, de 37 años, que tiene su firma en Belgravia, un exclusivo barrio  de Londres, donde ha creado tocados para celebridades como Madonna y Grace Jones. 

Camilla, que cambió de traje para la ceremonia en la capilla real,  llegó al acto religioso con un vestido y abrigo largos, en seda color gris perla, bordado con  hilos de oro de cinco tonos diferentes.

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Ese vestido, recogido en la cintura y que luego se deslizaba hasta el  suelo, precisó seis semanas de trabajo, y Camilla debió probárselo ocho veces,  la última el pasado viernes, en la víspera de la boda.

El sombrero que usó para la bendición religiosa, también creado por Philip  Treacy, llevaba largas plumas en forma de espiga, color oro, que caían de lado.

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Los zapatos para ambas ocasiones fueron diseñados por Linda Bennett.

Los anillos de casamiento fueron una creación del joyero londinense  Wartski, y fabricados de una pepita extraída de minas del País de Gales,  como es la tradición desde 1923, instaurada por la Reina Madre.

Camilla, que se aclaró su cabellera el pasado viernes, fue peinada por el inglés  Hugh Green, de la firma londinense Hugh and Stephen, quien mantuvo su peinado  de costumbre.

Camilla “estaba simplemente preciosa”, opinó Sandra Boler, asesora de la revista especializada en vestidos de novia Brides.

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Según Boler, la clave del primer conjunto “estaba en que tenía que ser espectacular sin caer en el exceso para el Ayuntamiento y la verdad es que se ha conseguido”.

“El atuendo del vestido en tono perla de Camilla, así como el estilo, fueron los adecuados y el conjunto de la novia en general fue elegante y sutilmente romántico”, manifestó.

Boler consideró que el segundo vestido, el que llevó a la iglesia,  fue también “elegante, discreto y favorecedor”.  “Realmente era un vestido precioso y de muy buen gusto, perfecto para una bendición y para un segundo matrimonio”, opinó esta experta en modas.