“Algo de luz acerca de cómo ha llegado efectivamente la ‘democracia’ a Iraq nos la proporcionan las preciosas noticias que algunos raros periodistas independientes consiguen filtrar a través de la información gestionada por la CIA, por los servicios secretos norteamericanos e ingleses y por los informadores de sus países satélites”.
“¡Éramos nosotros quienes teníamos razón! ¡Ellos estaban equivocados!” Así expresaba recientemente Silvio Berlusconi su satisfacción ante esa especie de elecciones que se celebraron en Iraq hace poco. Un “ellos” que equivale a “nosotros”, es decir prácticamente a todo el planeta que en su momento había manifestado su disenso frente a la inmotivada invasión de Iraq, frente a la guerra de Bush, frente a sus masacres; y un “nosotros” que equivale a “ellos”, es decir, al propio Berlusconi, a Aznar, a Tony Blair y a otros países satélites que se asociaron a la guerra de Bush. Este grito de victoria de Berlusconi, que se hizo eco del de Bush, ha hallado a su vez desde entonces un amplio eco en los medios de comunicación italianos: los “intelectuales mediáticos” han estado difundiendo a los cuatro vientos una nueva ecuación: la democracia “son” las elecciones. Punto y final. Poco importa en qué condiciones tuvo lugar eso que denominó “proceso electoral iraquí”. Y nada importa si, para llegar a un resultado tan fúlgido y transparente, los norteamericanos han perdido un millar de soldados, han causado la muerte a unas cien mil personas aproximadamente, han bombardeado a civiles indefensos, han violado el orden internacional, han organizado torturas planificadas de largo alcance. ¿Qué más dará todo eso, ante la satisfacción de meter una papeleta en la urna?
Algo de luz acerca de cómo ha llegado efectivamente la “democracia” a Iraq nos la proporcionan las preciosas noticias que algunos raros periodistas independientes consiguen filtrar a través de la información gestionada por la CIA, por los servicios secretos norteamericanos e ingleses y por los informadores de sus países satélites. Deambular por las calles de Bagdad para comprender realmente lo que ha sucedido y está sucediendo es tarea en la que se juega uno mucho. Resulta pues mucho más cómodo transmitir el comunicado del general norteamericano o inglés de turno y dejar que los “intelectuales mediáticos” italianos de los distintos periódicos autodenominados “liberales” difundan la verdad oficial. Pero, como digo, hay excepciones, y así, un reciente reportaje de Mauricio Chierici publicado en l’Unità nos ha ayudado a comprender cómo están las cosas, empezando por la figura del actual presidente iraquí Allawi, nombrado por los norteamericanos, cuyo criminal pasado de espía a las órdenes de Saddam Hussein en Londres, para pasar después a la CIA, queda lo suficientemente claro. Pero hay más, y no me resisto a reproducir un fragmento de un artículo del New York Times de 1967, citado por Chierici: “Los Estados Unidos están muy satisfechos con las elecciones en Vietnam, pues se habla de una afluencia al voto del 83%, pese a la campaña terrorista desencadenada por el vietcong para atemorizar a los electores. Este éxito electoral premia al presidente Johnson, quien ve en este resultado el punto clave de una política orientada a la normalización constitucional”. Magnífico. Tras años de napalm y matanzas (y de veteranos norteamericanos), Vietnam es hoy un lugar que podemos recomendar a todos aquellos que deseen pasar una vacaciones inteligentes: violación sistemática de los derechos humanos, campos de reeducación, cárceles repletas de disidentes. Un auténtico paraíso.
Pasaremos por alto otros datos que Mauricio Chierici y con él otros periódicos europeos serios nos proporcionan sobre las carnavalescas elecciones iraquíes: gente que vota en grupo, ausencia de observadores internacionales, datos de afluencia que nos eran facilitados de modo caprichoso: apenas cerraron los colegios ascendía al 72%, pero pocos días después se había reducido al 57%. Por no hablar de los primeros resultados concretos de tipo político. El líder del partido victorioso, los chiítas, ya ha hecho saber que en la nueva constitución (llamémosla así) será introducida la sharia, es decir, la ley islámica. Como es sabido, es de un extraordinario carácter democrático: al ladrón se le corta una mano, y la mujer adúltera (o sorprendida sin velo o en otras actividades subversivas) es lapidada.
© El País, S. L.