En el inicio de la 61ª Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, el foro más importante de Naciones Unidas, observamos que múltiples son los temas por discutirse y numerosos son los individuos que todavía albergan esperanza, que desean creer en acciones que conduzcan al fin hacia una humanidad digna y civilizada, pero el idealismo casi nunca ha sido compatible con la realidad, dejándolo oculto tras discursos eufóricos pero generalmente estériles, conduciendo a otros a dejar de alimentarse de grandes ilusiones.

La Comisión de este año está marcada por el incremento de catástrofes mundiales, la mayor parte causadas por acciones irracionales del hombre tales como migraciones masivas, estallidos de odio entre los pueblos, crímenes contra la humanidad, fanatismo religioso, violencia, corrupción, desigualdades extremas, pobreza, racismo, discriminación a la mujer y más temas cardinales de preocupación de la Comisión que serán debatidos en el foro este año, entre ellos la crisis judicial de Ecuador que tan mala reputación internacional ha causado al país.

Leandro Despouy, diplomático de destacada trayectoria internacional y actual Relator especial de Naciones Unidas, que ejerció la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos en 2001, se comprometió a mantener diálogos con todos los protagonistas de la sociedad ecuatoriana, previos a la elaboración de sus observaciones preliminares sobre esta visita, las que serán presentadas a principios de abril durante la sesión de la Comisión por iniciarse en los próximos días. El informe completo sobre sus conclusiones y recomendaciones será presentado en la sesión del año 2006 de esta Comisión.

Para hablar sobre desarrollo económico de los países del Tercer Mundo tendrían que surgir héroes que identifiquen con valor cada una de las barreras bien definidas entre los países ricos y los países pobres y dentro de un mismo país, asimismo para que no permitan que el liderazgo sea asumido por unos pocos ni que los países pobres sigan siendo manipulados por los ricos, generalmente a través de sus propios gobernantes y otros miembros corruptos de los diferentes sectores de la sociedad, quienes representan un valor mercantil, listo para ser negociado con el mejor postor extranjero o nacional. La población marginada, a diferencia de los anteriores, no tiene nada que vender, solo le queda voz para reclamar pero sin ningún resultado. Es grave lo que está en juego para Ecuador, lo que conduce a preguntarnos dónde empieza la honestidad y dónde termina la corrupción, conscientes que Transparencia Internacional lo sitúa entre los países de mayor corrupción.

Asimismo, el entorno de los pobres y marginales, causa de la mala salud generada en la inseguridad alimentaria, exclusión social, falta de vivienda adecuada, condiciones laborales insalubres, carencias en la primera infancia y falta de sistemas de salud eficientes, es otro tema candente que la Comisión no debe tratar con negligencia. Así como existen países que se ponen al servicio permanente de la muerte al crear guerras incesantes, hay también un personal de salud con gran dedicación que está al servicio de la vida. Es este último que debe tener la prioridad en la agenda de los derechos de los individuos, que nunca ha sido fácil definirlos ya que las posturas culturales varían de un país a otro, de ahí que los conceptos vertidos en las grandes conferencias internacionales permanecen siempre encerrados en el campo abstracto.