La virtud de los líderes está en poner la habilidad, creatividad y capacidad de buscar coincidencias que lleven a consensos y lograr un ambiente de paz y tranquilidad, que en definitiva es lo que buscamos los ecuatorianos.
Siembra vientos y cosecharás tempestades, dice un viejo adagio popular.
El ambiente de confrontaciones, persecuciones, amenazas y atentados que vive el país, no es más que un indicador que se resume en la violencia política en que está inmerso y ha sembrado el régimen.
El Gobierno no escucha ni quiere escuchar al pueblo, ha escogido el camino fácil de refugiarse entre la vanidad, la prepotencia y la soberbia, donde sus adversarios y quienes discrepan se convierten en inminentes enemigos a quienes hay que callar.
La virtud de los líderes está en poner la habilidad, creatividad y capacidad de buscar coincidencias que lleven a consensos y lograr un ambiente de paz y tranquilidad, que en definitiva es lo que buscamos los ecuatorianos.
Los guayaquileños fuimos ofendidos y tildados de sobornables, pelucones, defensores de la oligarquía corrupta, de los deudores morosos, entre otros insultos por parte de este régimen, por el simple hecho de defender nuestros derechos a través de una marcha cívica, pacífica y multitudinaria, que quiso ser minimizada, cosa que los líderes no pueden hacer; mentir los convierte en charlatanes y pierden credibilidad.
Nuestros hermanos indígenas fueron ofendidos al ser tratados indignamente diciendo que los llevarían para que desfilen desnudos en las calles de Guayaquil, con el ánimo de insultar a la ciudad, vejándolos de esta manera y con la fracasada idea de regionalizar el país, a cambio de intereses personales, no se puede tratar de esa manera a ese respetable sector de la población.
Cuando alguien cae en arena movediza, se recomienda no moverse; ya que parece que mientras más se mueve, más se hunde. Pida ayuda, tal vez está a tiempo; esa ayuda se consigue dialogando, no buscando confrontaciones. Ya pasó el 21 de enero, no siempre funciona así, normalmente la violencia genera más violencia; al final el fusil que triunfa es el de la verdad, la razón y la justicia.
*Empresario ganadero