En la edición de mayo del 2004 de la revista Ciudad nueva, del Movimiento de los Focolares, leí una entrevista a la ex parlamentaria italiana Lucía Crepaz, presidenta del Movimiento político de la Unidad, corriente internacional que procura “renovar la calidad del compromiso político” a partir del ejercicio de la fraternidad.

Analice estas expresiones que llamaron mi atención:

“La política de la fraternidad pide a todo el que vive la política, sea a nivel municipal, sea a nivel de la ONU, que tenga capacidad universal cuando afronta los problemas.

“El poner la fraternidad como base, nos obliga a considerar los problemas de nuestras ciudades y ensayar soluciones políticas con esa capacidad de acoger la diversidad y hacer de ella una riqueza, lo cual amplía nuestra visión política”.

Requerida para que explique por qué no ha llegado a ser una categoría política la fraternidad, a cuya ausencia ella acusa el fracaso de la libertad e igualdad proclamadas en la Revolución Francesa, doña Lucía expresó muy convencida: “Porque no hemos tenido el coraje de ver que los hombres somos hermanos”.

¿Qué le parece a usted? Yo lo encuentro evidente; pero, para confirmar esa ausencia en el plano teórico, revisé el artículo 23 de nuestra Constitución, donde al reconocer y garantizar los derechos civiles de las personas se hacen varias referencias a la libertad y a la igualdad, pero ninguna a la fraternidad, que las complementa y ennoblece.

¿Cómo puede ser que un país redacte su Constitución invocando la protección de Dios y margine allí mismo el principio de la fraternidad, siendo que la mayoría de su población es cristiana y cree que los seres humanos deben amarse los unos a los otros?

No hay duda que debemos ir a la raíz de los problemas para vislumbrar soluciones válidas y por eso invito a tener presente la fraternidad y a construir, a partir de ella, una nueva forma de convivencia ciudadana y particularmente política.

Cuando no podemos ver a los demás como hermanos y actuar en consecuencia, deberíamos cuestionar nuestro cristianismo.

¿Hay que incorporar la fraternidad a nuestra vida diaria y a la política?

¿Sería tan amable en darme su opinión?