Mientras camina por la ciudad, el alcalde de Esmeraldas, Ernesto Estupiñán, recibe saludos, estrecha manos, escucha los pedidos de la gente.
Alto, negro, de porte atlético y con temperamento jovial, su presencia no pasa inadvertida. Como no pasa desapercibido para el turista, tampoco, el cambio de Esmeraldas, que se torna más limpia y ordenada.
¿Cómo fue su infancia, Alcalde?
Soy de origen humilde. Nací en el Barrio Caliente. Éramos siete hermanos, yo soy el cuarto. Las tres siguientes son mujeres.
¿A qué se dedicaba su padre?
Trabajaba en el camal en despostar reses y luego vendiendo la carne en el mercado.
¿Y su madre?
A las labores domésticas.
¿Dónde transcurrió su educación?
Mis padres nos dieron educación a todos sus hijos. Yo estuve en una escuela que queda a dos cuadras de mi casa, la 21 de Septiembre. Ahí terminé la primaria.
¿Buen alumno?
De esos engreídos de los profesores, que borraba el pizarrón y llevaba las tizas.
¿Y la secundaria?
En un colegio técnico, el Luis Tello, donde me gradué en mecánica industrial.
¿Deportista?
Basquetbolista. Inicialmente jugué en Relojito, un equipo de barrio. Pero hasta ahí nomás.
¿Era muy intensa esa vida de barrio?
Barrio Caliente creció en la época del banano y por eso tenía una vida muy activa.
¿Por qué se llamó Barrio Caliente?
Porque ahí había la fiebre del baile, de la marimba, de la rumba. En la época del banano estaban allí los salones donde, después del trabajo, los negros bananeros iban a bailar. Luego, por el cincuenta, también cobró fama porque hubo un incendio que arrasó con el barrio. Sin embargo, el nombre no proviene de las llamas sino del calor de su gente. Gente muy solidaria. Todos allí éramos tíos, primos, sobrinos, amigos. Compartíamos la comida y el afecto. También era el barrio de los deportistas. Allí nacieron el Bacán Delgado, Roosvelt Castillo, Yerbita Estupiñán.
¿El fútbol se lo jugaba en la calle?
Y con pelota de trapo. Hasta que Folke Anderson, un sueco que sembró banano, construyó el estadio con su plata.
Entonces, ¿tiene un buen recuerdo de su niñez?
Claro. Mi madre era la encargada de la educación de los hijos y mi padre aportaba con su trabajo.
¿Cómo era su padre?
Muy honrado, disciplinado, con un carácter de hierro.
¿Y su madre?
Con una gran dulzura. Yo soy fruto de esos dos elementos: de un padre firme y de una madre tierna que hasta hoy, a sus 74 años, baila muy lindo. Ella cuidó de nuestra formación moral. Si yo decía que había encontrado un billete en la calle, mi madre me pedía que lo fuera a dejar donde estaba. Cosas así. Creo que tuve una niñez hermosa, a pesar de las limitaciones de la pobreza.
¿Esmeraldas era, en esa época, mayoritariamente negra?
Sí. La gente del norte de la provincia, de San Lorenzo, de Limones, de Borbón, venía y se quedaba en Barrio Caliente.
¿Por eso no se sentía la discriminación?
Inicialmente no. La discriminación nace en la medida en que se desarrolla el capital en Esmeraldas, en la medida en que comienza a haber egoísmo. En mi partido a mí me critican...
¿Su partido es el MPD?
Sí.
¿Afiliado?
Afiliado... me critican porque dicen que soy asistencialista, que entrego cosas a cambio de nada. Lo que pasa es que esa es mi formación. En Barrio Caliente vivimos así. Mi madre sigue ayudando al que no tiene. Ella nos inculcó la solidaridad.
¿Pero esa conducta de la gente ha cambiado, no?
Sí, desde que comenzó en Esmeraldas la venta de la fuerza del trabajo; ahí se fueron formando las clases sociales, hasta el punto de que hay negros que discriminan a los negros y hacen esfuerzos por “blanquearse”.
¿Qué es la negritud?
Los negros tenemos una cultura que se expresa en la comida, en la música, en la concepción de la vida. Los negros tenemos apego a la tierra, somos respetuosos de la naturaleza, de nuestro mar, de nuestro río, de nuestro bosque. Tenemos una literatura que canta a la vida. Hacemos esfuerzos por no perder nuestra identidad.
¿Su familia es católica?
Mi madre es muy católica. Yo, con la formación política de izquierda, me desapegué de la religión. Sin embargo, soy muy respetuoso de todos los credos.
¿Por qué fue a un colegio técnico?
Mi madre decidía dónde íbamos. Ella resolvió que mis tres hermanos mayores fueran a un colegio normal para que se hicieran maestros. Eso también tenía una razón: los maestros encontraban trabajo pronto. Pero cuando yo salí de la escuela mi padre intervino y dijo que tenía que ir a un colegio técnico, aunque nunca ejercí la profesión.
¿Por qué?
Porque en el año 76, en que me gradué, fui a Guayaquil a trabajar en una correccional de menores que quedaba en las calles Gómez Rendón y Babahoyo. Era un hogar de tránsito. Fui como profesor e inspector de mecánica industrial. Estuve un año con los muchachos y ahí conocí las causas de la delincuencia, entendí los motivos del robo, de la drogadicción, del crimen. Me humanicé en esa correccional, entendí mejor los problema sociales. Me indigné ante la injusticia. Y creo que eso definió mi tendencia política.
¿Por qué entró al MPD?
Jaime Hurtado vivía frente a mi casa, en Barrio Caliente. Su madre era comadre de la mía y sus hermanas eran mis tías. Entonces, me fue fácil identificarme con Jaime y la doctrina del partido.
Luego de la correccional, ¿qué?
Vine a la refinería de Esmeraldas, donde había una posición racista y regionalista. La refinería la manejaba la gente de la Sierra y alguna de Manabí. Los negros solo entraban de guardianes o mecánicos. Una cosa tremenda. Yo entré peleando contra todo, como operador de planta, en 1978. En 1980 me convertí en dirigente sindical. Eso cambió mi forma de pensar, hasta que en 1982 me afilié al MPD. Luego fui jefe de los jefes del sindicalismo petrolero.
¿Descubrió que tenía carisma?
Desde el colegio fui un líder. Era el que daba los discursos en los actos escolares y esas cosas. Pero en la refinería ubiqué los problemas desde el punto de vista de clase. El partido me dio la formación ideológica, política. Por mi posición me botaron de la refinería. Fue un despido intempestivo. Seis años más tarde gané el juicio.
¿Su cargo de alcalde es el primero de elección popular?
No. Fui concejal en 1988. Luego, diputado nacional alterno.
¿Cuál fue su caballo de batalla para ganar la alcaldía?
Hice una campaña puerta a puerta, hombro a hombro. Logramos derrotar al PRE. Esmeraldas estaba en un estado catastrófico. La población había perdido la confianza, la autoestima. Todo era desorden, caos. Escándalos por todas partes. Íbamos de casa en casa proponiendo un cambio. Y estamos cumpliendo lo que ofrecimos.
Usted parece un hombre serio. ¿No fuma, no bebe y no baila pegado?
Solo no fumo...solo no fumo. Bailo mucho. Y cuando tengo que tomarme los tragos, me los tomo en momentos especiales.
¿A qué hora encontró el amor?
Me casé recién hace tres años. Era un soltero empedernido. Y me casé con quien estuve enamorado por 17 años.
¿Tiene hijos?
No, no tenemos hijos.
¿Y a veces comete infidelidades?
En esa parte soy un buen cristiano...
¿Cómo está recuperando la ciudad?
Lo principal es haber rescatado la credibilidad en la alcaldía, en el alcalde, en el Municipio. Tengo una sintonía directa con el pueblo, la gente sabe qué pienso y qué es lo que voy a hacer.
¿No ha tenido problemas con su partido?
No. Soy parte de la directiva y el partido conoce y apoya lo que hago.
Después de esta alcaldía ¿cómo proyectará su carrera?
Por ahora tengo interés de terminar mi período de la mejor manera posible. Quiero hacerlo bien, porque el pueblo de Esmeraldas se lo merece. El país se lo merece. Los líderes se cocinan, se hacen, se forman. El tiempo dirá lo demás.
¿Usted es hombre rico, tiene fortuna?
No. Y, de paso, otra de las cosas que hago es luchar contra la inmoralidad y la corrupción. Trato de dar ejemplo, de no traicionarme.
¿Nunca abandonará la política?
No. Soy político las 24 horas.
Y entonces ¿dónde queda el baile?
Siempre hay tiempo para bailar. Quiero confesarle algo: el único hombre que a mí me mata es Juan Gabriel. Soy un fanático de su música. ¡Me mata! Y mi señora lo sabe, por supuesto...