La neblina se disipa poco a poco a las 10:00 del jueves pasado y deja ver el verdor de la cima de las colinas cubiertas del bosque primario en la comuna de Olón, en la parroquia rural de Manglaralto de Santa Elena.

A esa hora los comuneros Jacinto Del Pezo, Emilia Bacilio y Milton Suárez avanzan por un camino de tierra que se abre paso desde la Ruta del Spondylus, al pie del mar, hacia el interior del bosque en busca de la Guadua angustifolia variedad de bambú que es endémica del país y de Colombia.

Esta es una de las 44 especies nativas de bambú registradas en Ecuador y se usa desde hace siglos para apuntalar los sembríos, hacer casas, cercas...

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Del Pezo, Bacilio y Suárez son parte de la Corporación Noble Guadúa, que desde hace ocho años fabrica muebles, sillas, camas, artesanías con esa variedad de flora. Pero hace cuatro meses innovaron y ahora emplean también la especie de bambú introducida de Indonesia, que tiene los troncos más pequeños, para producir 3.000 sorbetes al mes.

Algunos restaurantes y hoteles de Montañita, Quito, Guayaquil y Cuenca ya los compran a un costo de $ 0,50 cada uno, sin importar el tamaño. Si llevan la inscripción del logo del lugar que los adquiere el costo sube a $ 0,80.

Su valor radica en que son de un material biodegradable y pueden ser reutilizados al hervirlos con vinagre. De ahí que evitan que más sorbetes de plástico de un solo uso sigan terminando en el mar.

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La especie de bambú endémica Guadua angustifolia está en los bosques nublados de la comuna Olón, en Guayas. Foto: Diana Guananga

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estima que en la actualidad hay 51 billones de microtrozos de plástico en el océano.

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La caña guadúa crece en medio de la espesura del bosque nublado de la cordillera Chongón-Colonche. Las manchas incluyen la especie nativa, cuyas hojas alargadas que terminan en punta sobresalen del follaje.

El camino hacia los bosques de bambú atraviesa varios tramos del río Olón, una franja que apenas discurre y que se cruza a pie mojando los tobillos o pisando las piedras con unos cinco pasos. De ahí que se necesita un carro con doble tracción para el ingreso en verano, ir a pie o en bicicleta, cuenta Del Pezo, vicepresidente de la Corporación que incluye a 150 familias.

Luego de media hora de recorrido se llega a una de las plantaciones que proveen la materia prima para la fabricación de los sorbetes biosustentables.

Suárez comenta que se corta la parte más delgada en la fase cuarto menguante (cuando se ve la mitad de la luna) siguiendo el conocimiento ancestral. “Hacerlo en ese tiempo garantiza la calidad del producto, hay casas con cañas cortadas en ese periodo que tienen más de cien años con cero polillas. Se usa la variedad introducida (en el caso de los sorbetes) porque vienen con el agujero natural”, cuenta.

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Tras cortar los palillos se los hierve con vinagre y se los seca con una pistola de calor a 600 grados centígrados, después viene el lijado, pulido, y listo.

Los comuneros extraen el bambú de las plantaciones del bosque para elaborar los sorbetes. Foto: Diana Guananga.

Para ellos, la ordenanza que tiene previsto aprobar el Concejo de Guayaquil para prohibir en seis meses los sorbetes de plástico de un solo uso es una oportunidad. “El bambú es una esperanza para nosotros”, repite Suárez.

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“Antes la caña guadúa era sinónimo de pobreza, pero ahora sabemos que reforestar con esta especie es sembrar agua”, dice Del Pezo.

Y no se equivoca. Los troncos acumulan el líquido en sus cavidades. En dos años el bambú puede revertir la erosión del suelo hasta en un 70%, explica Germán Villarreal, un estudioso de la especie. “El bambú es biosustentable, que quiere decir que su regeneración es muy rápida. Es una planta que captura CO2 (dióxido de carbono) en su desarrollo. Los tallos crecen absorbiendo agua de la lluvia y en verano esta es devuelta a la tierra”, afirma. “Usarla es una manera de mermar la presión sobre los bosques por el consumo de madera”, añade.

En el km ocho de la vía que une Olón con Río Blanco, en Santa Elena, se ha formado un túnel natural con las ramas y hojas del bambú. Foto: Diana Guananga

Luego de ocho kilómetros de recorrido los comuneros llegan a una mancha natural de caña guadúa en el que las puntas de las hojas y ramas de esta gramínea se arquean y se encuentran formando un túnel en un tramo de unos 200 metros de largo que da sombra a los visitantes. El lugar es uno de los destinos turísticos de la comuna, en un bosque en el que por doquier está la advertencia de que está prohibida la caza. (I)