Aprovecha la oscuridad y el poco tránsito de la vía Perimetral que bordea Guayaquil para hacerlo. Carlos, abogado profesional, baja la velocidad de su auto, mira a los lados y cuando observa que no hay nadie lanza las llantas usadas de su carro que cambió por unas que compró en la frontera con Perú.

Él está consciente de la contaminación que genera esta acción, pero, afirma, que lo realiza por comodidad. “Sé que está mal, pero no sé qué hacer con los neumáticos, en la casa no los puedo tener porque molestan y no los pude vender. No es la primera vez que los dejo botadas por ahí”, dice.

En cambio, Luisa afirma que una vez, junto a una amiga, desecharon las llantas en un barrio: “Las tuve una semana en el carro, pasamos por un barrio del sur y mi amiga las botó y nos fuimos. Actualmente ya no hago eso, las dejo en el local donde compro las nuevas”.

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Un neumático puede tardar 500 años en degradarse. Sin ningún tratamiento son altamente contaminantes y sirven como criaderos de mosquitos.

Según un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), publicado en febrero pasado, las micropartículas de plástico que se desprenden de productos industriales como ropa sintética y neumáticos representan hasta el 30% de la basura que contaminan los océanos.

En Ecuador anualmente se desechan 2’400.000 neumáticos. Muchos de ellos terminan en los bordes de las carreteras, terrenos baldíos o cuerpos de agua. Para solucionar este problema se presentó, el viernes pasado, el Sistema Ecuatoriano de Gestión Integral de Neumáticos Usados (Seginus).

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José Javier Guarderas, director ejecutivo de Seginus, indica que este sistema, que cuenta con la aprobación y supervisión del Ministerio del Ambiente (MAE), tiene como objetivo el manejo sustentable de las llantas usadas en el país.

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“Este sistema nace desde el sector llantero que abarca el 80% del mercado. Se crea esta corporación sin fines de lucro para cambiar el paradigma de tomar, hacer y desechar por una economía circular que ayuda al medio ambiente”, dice.

Seginus se encargará de la recopilación, transporte, almacenamiento y disposición final adecuada de los neumáticos. Desde julio próximo todos los importadores y productores cobrarán a los consumidores finales un dólar por cada llanta nueva de vehículo liviano.

Los usuarios dejarán sus llantas usadas en los mil establecimientos autorizados donde adquieran sus llantas y observarán en sus facturas el “ecovalor”. Los clientes que no deseen dejarlas podrán hacerlo, pero igual se les cobrará.

Este mes se realizará una campaña de socialización a través de redes sociales y en los establecimientos comerciales.

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“El ecovalor no tiene fin de lucro y será utilizado exclusivamente para la gestión de los Neumáticos Fuera de Uso (NFU)”, dice Guarderas.

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El ejecutivo señala que iniciarán con llantas para vehículos livianos, porque “representan el 90% del mercado y las de camiones entrarán en una fase posterior, pero ellos deberán pagar otro valor”.

El sistema busca reforzar la política de responsabilidad extendida del productor que exige el tratamiento y aprovechamiento de los residuos. Actualmente esta normativa exige que los importadores y productores reciclen hasta el 35% de sus llantas.

“El material procesado servirá para obtener combustibles, caucho para parques, canchas, gimnasios, asfalto y para productos artesanales. Seginus espera vender gran parte de estos productos a las cementeras”, dice Jacinto Monserrate, gerente de la corporación.

Además, Guarderas sostiene que el Gobierno debe impulsar más este tipo de reciclaje: “Se debe exigir que cierto porcentaje del asfalto utilizado para calles y carreteras tenga material reciclado de llantas para subir su reutilización”.

Un neumático tiene componentes como caucho, acero, óxido de zinc, textiles, cobre, cadmio y plomo. De allí la importancia de un manejo adecuado una vez usado. (I)