Desde hace dos años, la artista cuencana Juana Córdova reside junto al mar. Y habitar junto a este hace que se llene de su cotidianidad: del sonido de las olas, del color y el olor de los peces, del aleteo de las ballenas. Del día a día de esa inmensidad. Desde su casa, en la que habita con su esposo, el diseñador gráfico Sebastián Malo, es testigo también de situaciones inquietantes, como la vez aquella que dos ballenas se vararon (una de 9 metros y otra de 17) y, poco a poco, fueron devoradas por los buitres.