La noche del 17 de julio pasado el presentador de Televisión Manabita Daniel Palma no pudo evitar llorar mientras narraba los hechos violentos que vivían las calles de Manta y el ruego de su familia para que no saliera: “estas lágrimas no son de miedo, o sí, son de miedo, pero también son de impotencia, ¿alguien va a hacer algo?”.
El video, que se viralizó en redes sociales, obliga a varias reflexiones. No es la primera vez que un comunicador rompe en llanto ante un hecho que oprime al país: Carlos Julio Gurumendi se quebró frente a la cámara cuando la pandemia del COVID-19 convirtió a Guayaquil en epicentro de muerte y su imagen conmovió al mundo. En junio del año pasado la periodista Manuela Bedón se emocionó cuando en una transmisión en vivo la propietaria de una vivienda inundada en Esmeraldas se acercó –con el agua hasta la cintura– y le obsequió bananas al escucharla relatar la escasez y que la noche anterior con su equipo solo comió un choclo asado.
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Exigencia, empatía y solidaridad se reflejan en los tres hechos; muestran a seres humanos más allá de una profesión.
¿Por qué -y a quiénes- molestan tanto los periodistas?
El periodista polaco, ya fallecido pero un maestro, Ryszard Kapuscinski insistía en que cuando se pierde la capacidad de conmoverse se pierde también la capacidad de comprender. Videos de comunicadores que se estremecen hasta las lágrimas no son señal de debilidad, tampoco hacen menos rigurosa su labor ni la de los colegas que con su personalidad y firmeza también afrontan el deber de informar.
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El periodista no es un mero narrador, debe estar donde la historia arde, donde el mundo se rompe, parafraseando a Kapuscinski, pero el sentido de informar es que la autoridad reaccione, que solucione porque para eso fue elegida. La pandemia se controló, la mujer generosa que regaló bananas en medio de su tragedia no tendría que ser olvidada porque representa a los buenos y Manabí y todos los rincones del país que siguen sufriendo los embates de la delincuencia urgen del poder de la justicia y la lucha por la paz. (O)