Thiago Palma, de 7 años, era inquieto, la mayoría lo son a esa edad. El pasado 1 de junio, junto con otros pequeños de su colegio celebraba en el Día del Niño. Seguramente había risas de alegría cuando cayó a la piscina; otro estudiante lo sacó; fue llevado a un centro de salud, pero murió ahogado. Ocurrió en Manta.
La Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) presentó una querella por el hecho, según el padre del menor fallecido, y Fiscalía inició investigaciones.
Una piscina en un sitio donde hay niños es una responsabilidad. Si son inquietos o no da igual. Hay edades en que no se miden los peligros, entonces los adultos deben estar pendientes.
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Si hay culpables en este caso será la justicia la que los señale, pero la pérdida de Thiago sí es una dolorosa lección respecto de la atención que no debe distraerse cuando se trata de personas vulnerables en espacios de peligro.
Hay una familia, maestros y niños marcados por el dolor. La hermana de Thiago necesita de ayuda psicológica. Con solo 9 años –confiesa su padre– ella se siente culpable de no haber cuidado bien a su hermanito. Nada más injusto, pues es otra menor que disfrutaba del día en que se remarcan los derechos fundamentales de los infantes, entre los que constan la vida, la diversión, la protección para que puedan desarrollarse física, mental, moral, espiritual y socialmente en forma saludable y normal, destaca la Unicef.
El Código de la Niñez y la Adolescencia señala corresponsabilidad del Estado, sociedad y la familia en la adopción de medidas para la garantía, protección y exigibilidad de la totalidad de los derechos de los niños.
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La Coordinación Zonal 4 del Ministerio de Educación inició también una investigación sobre los hechos. Lo correcto para determinar cómo ocurrió la muerte del menor y básico, junto con la aplicación de las leyes, para que no se tenga que llorar a otros Thiagos a futuro. (O)