Al menos 7.000 millones de dólares son necesarios anualmente para proteger la Amazonía, de acuerdo con datos del Banco Mundial. Sin embargo, entre 2013 y 2022 “solo se movilizaron 5.810 millones”. La realización de la COP30, este año, por primera vez en la mayor selva tropical del planeta, pone un peso importante a la organización y a los países desarrollados de los que se requiere apoyo financiero.
Los recortes a los presupuestos de ayuda exterior de Estados Unidos y varios países europeos, en este año, deberían ser revertidos. Corresponde a las potencias económicas revisar sus políticas considerando la huella que representan en el calentamiento global, que en el último siglo pasa factura a través de la reacción de la naturaleza.
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Organizaciones ambientales como The Nature Conservancy, Conservation International, IPAM Amazonia y Rainforest Trust instaron a Brasil, que preside la COP30, a involucrar a entes filantrópicos e inversores del sector privado para comprometer financiamiento que apoye la conservación de la naturaleza y el bioma Amazonía, según comunicados difundidos por agencias de noticias internacionales.
Las concesiones mineras aparecen primero en la lista de seis grandes amenazas de la Amazonía que es parte de un informe publicado por la WWF. Están también la expansión de la agricultura y la ganadería, aumento de hidroeléctricas, construcción de carreteras y cambios en la legislación en torno a las reservas naturales. El documento se refiere a los países amazónicos en su conjunto.
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151 viviendas afectadas por lluvias en zonas de la Amazonía
La lucha contra el cambio climático no implica una oposición al desarrollo de las economías, sino un trabajo conjunto para que en cada proyecto se considere la protección ambiental. Si bien los recursos son necesarios por un lado para la conservación de la Amazonía y por otro para el progreso de las naciones, es momento de pensar de manera global, sin fanatismos de ningún lado, observando el hecho cierto de que sin planeta tampoco hay prosperidad y menos vida. (O)