La semana pasada recordaba el ejemplo de economía mal manejada, generando solo insostenibles satisfacciones de corto plazo. Pero más que el pasado, ese artículo tendía a abrir la puerta para el futuro, y cómo podemos avanzar.
1) El Gobierno y sus tentáculos no son la solución a los problemas. Como casi todos los ecuatorianos lo saben, la manera es el esfuerzo personal, familiar, de empresa. Es (en pequeña o gran medida) ahorrar, invertir, ser innovadores, vender bienes o servicios de valor (incluyendo el trabajo personal) con productividad. Y que el Gobierno y la política sean un medio importante apoyando ese esfuerzo. Pero la gente ha caído en la trampa de la política que impulsa todo lo contrario: pedir subsidios, ayudas, milagros, líderes mesiánicos. Eso debe cambiar.
2) ¿Y el Gobierno? Es un medio para mejorar el entorno. En temas fundamentales, como seguridad o justicia, o cierta infraestructura. En temas sociales, como abrir oportunidades en salud y educación a la gente que menos tiene. En crear el entorno legal que permita caminar.
3) Evitar el gran mal de las llamadas políticas populistas. Se promocionan como un apoyo a mejorar la vida de los más necesitados, pero finalmente les hacen un gran daño; los ganadores son los propios políticos que incrementan su ansia de poder o de dinero. También evitar lo que algunos llaman políticas de mercado, pero que no lo son, sino disfraces para dar privilegios a sus cercanos; la real política de mercado es al menos no tener privilegios, el derecho al éxito y asumir responsabilidades cuando las cosas van mal (sin pedir salvatajes del Gobierno).
La inestabilidad jurídica arriesga el futuro económico del país
4) Mejorar la política. La nuestra tiene todos los incentivos para convertirse en un juego de intereses propios (desde el diezmo hasta empleos y grandes contratos) donde lo que menos importa es el rol de la política, enfrentar temas que requieren decisiones colectivas. Hay mecanismos que mejorar (ejemplo, quizás que las elecciones de asambleístas sean en segunda vuelta), pero sobre todo quitarle a la política la capacidad de inmiscuirse en todo. Es cierto para la política y la burocracia. Capacidades limitadas significan poder limitado. Como sucedió con la dolarización: se quitó a los políticos y sus allegados el poder de imprimir dinero y decidir su valor real (vía inflación y devaluación). Debemos ampliar esos límites a otras esferas.
5) Y hay que avanzar con base en algunos principios. Uno: es importante una macroeconomía sana porque evita riesgos e incertidumbres excesivas o marcados vaivenes que afectan más a los más pobres. Dos: la apertura al mundo porque, sobre todo para países pequeños, es clave abrirse al mundo y aprovechar el comercio de ida y vuelta, y además pone competencia a los actores locales. Tres: un mercado laboral que sea sensato para las partes, es decir, que evite abusos y se centre en mejorar salarios vía productividad, en ayudar a la necesaria transición entre empleos, y permita incorporar las nuevas tecnologías que van cambiando el mundo (desde la inteligencia artificial hasta la biotecnología). Cuatro: vivir bajo el imperio de la ley (aunque esta también la dictan e interpretan personas) y del derecho, y no de excesivos derechos. Cinco: apoyar a los más vulnerables… Esto y más. (O)