El 15 de diciembre de ese 1972, sonoro y vertiginoso como todos esos años, se estrenó al público Último tango en París. Medio siglo ha corrido bajo los puentes del Sena, Al tiempo de la realización, su director, Bernardo Bertolucci tenía 30 años, y los actores protagonistas, Marlon Brando, superestrella, y María Schneider, casi desconocida, tenían 47 y 19, respectivamente. En Quito debimos esperar hasta 1980 para verla, pero hubo quienes se hicieron el viaje a Cuenca, donde la censura menos gazmoña permitió exhibirla. Es una película de categoría superior, poética y profunda, que encarna muy bien las actitudes del existencialismo tardío de los años setenta precipitándose en sus túneles sin salida. Esa humana belleza de Schneider, que podía ser “la chica de mi barrio” de cualquier país latino, y la maestría de Brando, enzarzados en el denso sentido de la insensatez y las desesperadas tesituras de sus encuentros, convirtieron al filme en un ícono de esa época. Todo lo que nos viene de esos años lo miramos con sedienta nostalgia.

Famosos repudiaron en redes escena de violación en 'Último tango en París'

En 2011 murió María, de cáncer al seno, después del Último tango hizo por lo menos una cinta notable más, El pasajero de Antonioni, y otros papeles menores. Pero algo no calzaba. Hacia 2016 se publicó una entrevista a Bertolucci en la que confesaba que la escena más famosa y discutida de la obra, la forzada sodomización con mantequilla, fue una auténtica violación. En el video el director llora y pide perdón. Dijo que lo hizo porque quería que ella no actuase, sino que expresara auténtico dolor, humillación y rabia. ¡Hacerle eso a mi María! El caso me recuerda intensamente a la leyenda quiteña del Cristo de la Agonía. La recoge el tradicionalista peruano Ricardo Palma, alguien más informado podrá decirnos de dónde sacó la hermosa historia, porque el escritor no lo aclara. Coma sabemos allí se narra que el pintor quiteño Miguel de Santiago usó al más bello sus discípulos como modelo de Cristo en agonía pero, desesperado porque el joven no conseguía simular el estado de sufrimiento mortal, lo atravesó con una lanza el costado, quitándole la vida. Según la versión de Palma el caso se solucionó con el pago de una indemnización.

Falleció María Schneider, la actriz del mito de 'El último tango en París'

¿Se puede en nombre del arte cometerse delitos tan graves como el asesinato y la violación? Hay quienes sostienen que sí. El mismo Bertolucci ensaya una teoría justificatoria. Es verdad que la finalidad del arte es estética y no ética. Y la censura es una bestia a la que hay que encadenar. Pero el arte tiene como cualquier acción humana sus límites. El artista no es un dios ni un superhombre que no deba sujetarse a ningún código, ¡y aunque lo fueran! La línea infranqueable es la calidad de todo ser humano como fin en sí mismo. La vida, la integridad física y psicológica, la dignidad, la libertad de todos y cada uno de los hombres y mujeres del planeta, no pueden ser lesionados por ningún motivo. No pueden sacrificarse en aras de la belleza, ni del desarrollo, ni del bien común. Tampoco en nombre de la revolución, ni del pueblo, ni de Dios. Pero, en todo caso, la obra de arte es inocente, ¿no? ¿O habrá que descolgar el Cristo y destruir las copias del Último tango? (O)